viernes, septiembre 27, 2013

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 3.


-.. Pero Rony, que no me dejas respirar!!- exclamó Consuelo alejándose de su amigo.
-Disculpa por favor, es que tenerte asi tan cerca me emocionó un poco.. jejeje
-Ok, te dejo con tu emoción. Adios- Dijo molesta.
-Oye pero espera!!!- le gritó Rony, mientras veía que Consuelo se distanciaba dando grandes pasos.

Mientras tanto, en Santiago, Max se enteraba que su abuelo más querido estaba gravemente enfermo, situación que le produjo tanta tristeza que descuidó su trabajo por estar junto a él hasta que fue despedido y las deudas y las obligaciones comenzaron a devorarlo.

Él no quería despegarse del lado de su abuelo. Ese pequeño anciano fue quien prácticamente lo había criado ya que sus padres trabajaban hasta tarde. Todos los veranos se iba a pasarlos a la parcela que él tenía cerca del mar. Max recordaba pasarse horas encaramado arriba de los árboles, escapando del tata porque había hecho alguna travesura.

Todos le decían que debía estar preparado, pero él no tenía consuelo.

Una tarde en que estaban reunidos en casa del abuelo comenzaron a discutir acerca de la precaria situación en la que se encontraba Max, a la que, a pesar de todo, Emma parecía no darle ninguna importancia y seguía llevando la vida que sentía ella merecer.

-Emma por favor, dinos ¿qué pasa?-preguntó la madre de Max- Su situación no es de las mejores. La enfermera que ve a Maxito me comentó que hace meses que no le pagan. Los va a dejar.
-No se preocupe suegra si pronto todo estará bien.
-Pero Emma, debes pensar en tu hijo, en tu marido. La vida que estás llevando. Además ahora más que nunca Max te necesita.
-Mire señora Laura, hasta ahora nunca le he permitido que se inmiscuya en nuestros asuntos y no será esta la ocasión de...
-¿Qué sucede?, ¿por qué los gritos?- interrumpió Max, quien venía de la habitación de su abuelo con los ojos hinchados de dolor.
-Nada hijo, no te preocupes- dijo Laura bajando la voz y acercándose hacia él para abrazarlo.
-No diga que nada suegra, si todos aquí son testigo de que me estaba molestando.
-Pero Emma!..- Exclamaron todos y se miraron extrañados.
-Miren, a estas alturas ya todos deben estar enterados asi que no haré nada más que sacarlos de su ignorancia. -dijo Emma, levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia toda la concurrencia.
-Si todos están tan preocupados por la situación económica que tenemos Max y yo sepan de una vez que el querido abuelo será quien vendrá en nuestra ayuda cuando nos deje.

Todos quedaron mudos en aquella habitación. Max sintió frio en su cuerpo y sus piernas le fallaron.

-¡¡De qué hablas mujer!!- exclamó Max
-Pero amorcito si tu sabes que tu abuelo te dejará una grandísima fortuna a su muerte. ¿No es por eso que decidiste abandonar tu trabajo y dejarlo todo por venir a acompañarlo?.
-¡¡De qué estás hablando!!
-Ehhh....- Emma se sintió atrapada y decidió no decir nada más. En su ayuda salió uno de los primos de Max, Gustavo, quien era abogado y estaba al tanto de lo que decía Emma.

-Max, espera, no te molestes. Ven conmigo, tenemos que hablar.
-No tengo nada que ocultar a mi familia. Qué está pasando aquí, ¡¡que alguien me diga por favor!!!
-Max, nuestro abuelo efectivamente hizo un testamento hace algunos años atrás dejándote todos sus bienes a ti.
-¿Qué bienes?. ¡De qué me hablas!. ¡'yo no quiero sus bienes!!. ¡Quiero a mi abuelo conmigo!

Max rompió a llorar como un niño pequeño y corrió a la habitación donde yacía don Augusto a pocos minutos de abandonar esta vida.

-Abuelo, no te vayas por favor, no me dejes solo.- Max se arrodilló a un costado de la cama y llorando aun tomó la mano de Augusto.
-Hijo mio, te amo, solo quiero que seas muy feliz.
-Abuelo quédate conmigo. Nada más me hará feliz
-Ya eres un hombre grande por favor no hagas esto.
-Abuelo por favor.
-Sólo te pido una cosa para irme en paz.
-Dime por favor, lo que sea.
-Vigila a tu esposa. Ella no te ama y tampoco a tu hijo.
-¡Pero abuelo!
-Eso no más te digo yo. Ya me voy. Dile a todos que los amo y que traten de perdonarme.
-No, por favor, no!

Max estaba inconsolable, sólo la presencia de su hijo lograba dibujar una breve sonrisa en su boca.

Desde el día de la muerte de don Augusto, Max no volvió a dirigirle la palabra a Emma, pero al parecer a ella no le importaba ya que continuó con sus salidas sospechosas y su estilo de vida liberal.

Unas pocas semanas transcurrieron cuando llegó el día en que sería leído el testamento del abuelo.

Todos llegaron puntuales a la casa de campo. Era un día esplendoroso. El calor de aquella mañana lograba un poco entibiar el frio que sentía en su cuerpo Max desde hacía ya algún tiempo.

La familia era más bien pequeña, por lo que la repartición de los bienes no duró mucho. Algunas propiedades las dejó a una hermana soltera que aun vivía y que el viejo Augusto sabía que a su vez, cuando ella muriera, las dejaría en manos también de Max.

Algunas joyas y muebles y cosas por el estilo las dejó a las nietas que eran solo 2.

Cuando llegó el turno de Max el notario le dejó bien claro que la clausula que se ponía para que él tuviera acceso al resto de la herencia era que nada, absolutamente nada de lo heredado podrá ser jamás tocado por su esposa. La herencia era sólo de Max, ni siquiera de su hijo.

Cuando Emma y Gustavo escucharon esto, casi se cayeron de la silla que sostenía sus cuerpos.

-¡¡No pueden hacernos esto!!- exclamó Emma, sin darse cuenta que lo había dicho en voz alta.

Todos se voltearon a verla y ella calló avergonzada.

-Pero señor Notario, legalmente no se puede poner una cláusula de ese tipo en un testamento. - reclamó Gustavo enfurecido.
-Si se puede señor, sobre todo cuando existen motivos fundados para creer que esta señora y usted están coludidos para robarle la fortuna a este muchacho.
-Qué dice?!- Exclamó Gustavo impresionado.
-Por favor escuchemos esta carta que escribió don Augusto a pocas semanas de su muerte.

Todos se acomodaron para escuchar atentamente.

-Estimada familia:

Estando en pleno uso de mis capacidades mentales vengo a confiarles lo siguiente:

Hace algunos años atrás me enteré que la esposa de mi amado nieto Max tenía amores con mi nieto menos querido Gustavo y que a la vez planearon deshacerse primero de mi y luego de él para quedarse con mi fortuna.

Como estoy rodeado de gente muy buena, esta información alcanzó a llegar a mis oídos a tiempo y pude tomar cartas en el asunto por lo que a estas alturas la policía ya está enterada de que mi muerte se debió a un envenenamiento maquiavelicamente tramado por estos dos sinvergüenzas.

Lamentablemente cuando me enteré ya era tarde para mi y no había nada más que hacer. Pero para mi amado nieto aun quedan esperanzas.

Me imagino que a estas alturas ese par de asesinos está siendo arrestado por la policía y tanto Max como su hermoso hijo estarán a salvo de esas ratas de alcantarilla.

Les pido disculpas a todos por no haberles dicho todo esto antes. Me urgía que todo terminara bien y haciéndose justicia.

Les amo

Augusto.

Efectivamente, antes que el notario acabara de terminar de leer la carta la policía entraba en la casa y tomaba detenidos a Emma y Gustavo acusados de asesinato.

Max ya no daba más de pena. Cerró sus ojos y cayó al suelo desvanecido de dolor. Un único pensamiento vino a su cabeza antes de perder la conciencia por completo... -Consuelo-.. dijo bajito y ya no despertó.

En la gran mansión Consuelo al fin había logrado zafarse de Rony. Se escondió en la oscuridad de un hermoso balcón que daba al lago en donde se podía ver reflejada la luz de la luna. La noche estaba tibia. Una breve corriente se coló por su espalda. La brisa revolvía sus cabellos y su vestido se pegaba a su cuerpo, acariciándola toda. De a poco y tímidamente acercándose a la baranda dejó que la luz dibujara su silueta en las sombras, permitiendo que Alejandro disfrutara de aquella hermosa visión.

-Estás muy hermosa esta noche, lo sabías?- dijo al fin Alejandro
-Por favor!, me asustaste. Me estoy escondiendo de Rony.. Shhhh- Puso su dedo en la boca y sonrió coqueta.
-Si, no te preocupes. Yo menos que nadie quiere que te descubra. - le sonrió .
-Está hermosa la noche- continuó diciendo él.
-Ohhh!. ¿No que era yo la hermosa?. jajajaja- Se burló Consuelo
-Ahhh. Pensé que no me habías oido.
-Si te oí pero me hice la loca.
-Siempre te haces la loca cuando te dicen cosas bonitas?
-No..
-Ahhh. Porque recuerdo la vez que te grité que te amaba y tu ni te volteaste a verme.
-¿Me lo dijiste a mi?- Exclamó toda sorprendida ella
-Y a quien más?!. Tu ibas pasando por la calle en ese momento o no?
-Si, pero iba con una amiga
-Ella no se llamaba igual que tu
-Yo pensé que estab...
-¿¿Que estaba borracho y drogado??.. Si lo estaba.
-....
-Pero sabía lo que estaba haciendo. Te he amado toda la vida ¿sabes?. -Dijo al fin Alejandro, acercándose lentamente a Consuelo y penetrándola con la mirada.
-Ehhh... No se que decir Alejandro. Me tomas por sorpresa.- le sonrió Consuelo.
-Yo también estoy sorprendido de mi accionar. Nunca creí que me atrevería a declararte mis sentimientos más íntimos, profundos y verdaderos. Te amo Consuelo, siempre te he amado y creo que ya no logré sacarte de mis pensamientos más apasionados.- Dijo, tomándola de las manos sin quitarle la mirada de los ojos.
-Alejandro. Agradezco tus lindos sentimientos. De verdad pero realmente estoy sorprendida y no se qué decirte. Hace tantos años que no se de ti. La verdad casi no te conozco. Se una parte de tu vida y de boca de otros. ¿Como puedo amar a alguien que no conozco?.
-Tu corazón y tu alma saben quien soy. Tu misma declaraste hace un rato que te ponía nerviosa mi presencia.
-Pero eso no significa nada!!. Te tenía miedo tal vez.
-Miedo?.- Alejandro se alejó de ella horrorizado
-Si, miedo. Las cosas que decían; que eras alcohólico, que te drogabas, que no terminaste la escuela, que eras pandillero, que...
-Ya no sigas por favor. Todo eso fue mi verdad. No lo niego. Pero me convertí en eso por tu causa.!!
-Por mi causa! Si nunca me hablaste!
-Nunca me dejaste acercarme ni un poquito a ti. Yo sólo quería estar cerca tuyo y tu ni me mirabas.
-No me culpes a mi de tus debilidades. Dijo Consuelo, en tono grave y a punto de marcharse del lugar.
-Por favor, perdóname. Si está bien, no fue tu culpa. Fueron mis circunstancias. Pero ya todo cambió. Soy otro. Hace mucho que ya no bebo ni me drogo. Ahora soy parte del cuerpo diplomático y vivo honestamente. -Sonrió, acercándose nuevamente a ella para escudriñar en sus ojos si aun le seguía escuchando y poniendo atención a sus palabras. Sobre todo a la gran declaración de amor que acababa de hacerle.

Consuelo se volteó para mirarlo nuevamente. Tenía sus ojos llenos de lágrimas. Recordó a Max y pensó en como le gustaría estar en la misma situación pero junto a él. Habría corrido a entregarse en sus brazos y le habría besado como una loca. Lo habría aprisionado entre sus brazos hasta fundirse ambos en el calor de sus cuerpos.

Pero ahi estaba. De pie junto a un hombre casi desconocido para ella pero, paradójicamente, se trataba de alguien a quien conocía de toda la vida y que efectivamente sabía que estaba enamorado de ella desde siempre, lo que no sabía era por qué él la hacía sentirse muy, muy vulnerable.

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Escrito 09/10/2010

jueves, septiembre 26, 2013

APRENDIENDO A AMARTE. Capítulo 2


El lugar era una belleza arquitectonica. Una de esas fastuosas mansiones antiguas restaurada. Todo estaba programado para que los invitados llegaran en vehículo hasta el interior pero como Consuelo y Rosario manejaban una economía de estudiante, se bajaron del taxi a pocas cuadras y comenzaron a caminar hasta el lugar.

Una vez en la entrada quedaron muy asombradas con lo hermoso del forjado de la puerta principal. Parecía tener en el medio de ella la imágen de un escudo de armas de esos antiguos que usaban los nobles.

-Harto arribista la familia esta parece eh?- dijo Consuelo
- Silencio, te pueden oir!!
-Y que? Me da lo mismo. Creo que ya no me gustó tu fiestecita "top"
- Mira!! ahi van los políticos estos que siempre se están peleando!!. Exclamó Consuelo
-No apuntes con el dedo que me averguenzas!!.

Ambas chicas se miraron y se mataron de la risa. Pero luego de un rato se dieron cuenta que mas que nada su risa se debía a los nervios que les producía el estar en aquel lugar solas.

-Y donde se supone que está Rony?.- Pregutó Rosario preocupada.
-Es lo que me gustaría saber. El debe tener las invitaciones no?
-Si. Me dijo que estaría aquí temprano.
-Que horror. Debemos parecer putas aquí, vestidas asi y esperando que alguien nos invite a pasar.
-Qué tienen nuestros vestidos?- exclamó Rosario?. -Nos vemos regias!!

En ese instante un gran auto negro se detuvo y se acercó a ellas

-Consuelo?- Dijo un hombre muy guapo elegante que se asomaba por la ventanilla
-Ehh.. si y tu quien eres?
-Obviamente no es Rony. - le susurró al oido Rosario, mientras se acercaban al auto.
-Espera si yo te conozco!!! Pero qué haces aquí!!!- Dijo muy contenta Consuelo

El chofer del vehículo bajó rapidamente e invitó a las muchachas a subir en el. Al principio dudaron pero Consuelo volvió a mirar a su único ocupante quien le sonreía nervioso desde el interior y no hizo alargar más la espera. una vez dentro comenzaron los saludos de rutina y las presentaciones.

-Alejandro cierto?- Preguntó Consuelo
-El mismo- respondió él, aun nervioso
-Pero mira que cosas no?. Rosario él es Alejandro. Amig... No amigos nunca fuimos cierto?. Vecinos, compañeros de curso por un año.
-Hola Alejandro.
-Hola Rosario, un placer.
-Si, es como dice Consuelo. Nunca fuimos amigos. Pero siempre nos encontrábamos por ahí.

No tuvieron mucho tiempo más para conversar dentro del auto ya que estaban en la puerta de entrada y los empelados ya les habían invitado a entrar.

-Pero nosotras no tenemos invitación. Qué vergüenza!!. Es que un amigo nos inv..
-No se preocupen. Vienen conmigo, no habrá inconveniencia.

Efectivamente. Rosario, Consuelo y Alejandro entraron sin problemas en la mansión y se deleitaron con lo hermoso, fino y bien decorado del lugar.

Una gran escala que daba a los pisos superiores dividía el gran salón de baile con otro dispuesto para las personas que quisieran servirse algo de beber y comer.

La música sonaba fuerte pero permitía que la gente pudiera entenderse y conversar sin estar gritando en el oído del otro.

-Bueno señoritas donde desean ir?
-Yo tengo hambre- dijo Rosario
-También yo- Río Consuelo mirando coqueta a Alejandro sin darse cuenta.

No hubo tiempo de decir nada mas cuando un par de recios sirvientes se acercaron a ellos que sendas bandejas llenas de exquisiteces.

-Nos estarían escuchando? - preguntó Rosario-
-Jajaja. Estamos dentro de un reality y esto es una broma de Rony.. que pesado!!. Y tu Alejandro, tambié n eres parte de todo esto?.-
-No se de qué hablas. Quien es Rony. Espera ya vengo, ahí hay alguien a quien debo saludar, permiso.

En el instante en que Alejandro las dejó solas apareció al fin Rony

-Pero donde se habían metido?. Las esperé mucho rato allá afuera. ¿como entraron?
-Hola galán. Gracias por la invitación pero no fue necesaria. Un antiguo amigo nos invitó a entrar con él.
-Como nos dejas ahí botadas Rony. Si no hubiese sido por el amigo de la Consu aun estamos esperándote allá afuera.
-Pero si yo les dije que a las 11 de la noche estaría ahí aguardándolas
-a las 11?- preguntó Consuelo, mirando de reojo a Rosario quien trataba de hacerse la desentendida.
- Ya pero no importa están aquí y me siento feliz.. Vamos, vengan a ver esta maravilla.

Rony se las llevaba hacia el salón de baile cuando Alejandro las lograba ubicar desde su posición en el salón, lo cual lo descolocó por un momento. Pero la persona con quien hablaba no le dejaba oportunidad para ir en busca de ellas.

Nadie les dijo a las chicas que debían usar vestido largo para esta ocasión así que como chicas jóvenes que eran, ambas coincidieron en que lo mejor sería usar una falda corta, medias caladas, y un top de encaje bonito pero muy discreto. Se veían muy lindas pero desentonaban con el resto de la concurrencia. Cosa que a Consuelo al menos no pareció importarle.

Cuando hicieron su entrada en aquel salón todas las miradas se quedaron fijas en las piernas de estas jovencitas y desde un rincón salió la esposa del decano horrorizada quien increpó a Rony por su falta de consideración al no decirles sobre este detalle a sus amigas.

-A ver pequeñas, no tengo nada contra su estilo de vestir pero por favor comprendan mi situación. Esta noche vendrá la creme de la creme de la sociedad europea y nada puede fallar.
-Señora no se preocupe que ya nos íbamos. -Dijo Consuelo desanimada, mientras que Rosario le lanzaba una mirada rogativa.
-No es necesario, por favor!. Les enviaré unas mucamas para que les busquen vestidos apropiados para esta ocasión.
.Pero señora!!!. Exclamó Consuelo
-Son amigas de mi querido Rony y no podría dejar que se marcharan así. Por favor acepten mi propuesta.

Ambas chicas se miraron por unos instantes. Rosario casi se largaba a llorar. Entonces Consuelo recordó la historia de Rosario, de que se casaría con un millonario y optó por quedarse y aceptar la propuesta de la señora De Zeballos.

Ambas chicas salieron de aquel cuarto vestidas como unas verdaderas princesas. Nada escandaloso. Sólo que sus figuras relucían enfundadas en aquellos velos de color amarillo intenso, el de Consuelo y verde esmeralda, el de Rosario. Vestidos ajustados a sus pechos y a sus caderas, que dejaban al descubierto sus espaldas desnudas, de piel tersa y sedosa blanca como la nieve, Rosario y morena como la miel, Consuelo.

Nuevamente y sin quererlo llamaron la atención de todos en aquel salón. Sin duda eran las mas hermosas del lugar.

Alejandro no podía creer lo que veían sus ojos. No quería pestañear para no perder detalle de la mujer que siempre amó, desde su primera infancia y hasta hoy... estaba ahí, a solo pasos de él y lucía espléndida como siempre sus ojos de niño enamorado la vieron.

-Por favor Consuelo, mira a Alejandro!!!. Lo dejaste con la boca abierta!!!. Si ni pestañea
-Ay por favor Rosario que me da cosita.
-Cuéntame. Nunca me habías hablado de él.
-Es que en verdad no fue mas que eso un vecino. Mira lo que pasó es que siendo muy niña, como 9 o 10 años nos encontramos siendo compañeros de curso. El era muy revoltoso. El primer día de clases en voz alta les contó a todos que a mi me conocía, que me veía pasar todos los días por frente de su escuela y que nos ibamos a ir juntos luego a la salida.
-En serio!!!
-Si... No recuerdo mucho los detalles pero creo que nunca me fui con él después de clases. Era lindo, atento y caballero pero muy, muy desordenado.

Consuelo y Rosario reían de buena gana a la vez que Alejandro al fin decidía acercarse a ellas.

-A pesar que no eramos amigos siempre nos encontrábamos en algún lugar y no se por qué siempre lograbas ponerme nerviosa.- le dijo Consuelo directamente mirándolo a los ojos extrañada.
-Ah si?. No sabía que provocaba eso en ti. Siempre eras tan "lejana".
-Lejana la Consu?.. No, estás loco. Si es muy conversadora y sociable.
-Es que no siempre fui así amiga
- No. Era más bien tímidita lo que seguramente y ahora entiendo, se malinterpretaba y se creía que era "lejana" como me acaba de confesar aquí Alejandro.
-Es que si lo eras. No tienes idea de las veces que te observaba mientras ibas de compras sola, y no mirabas a nadie, no saludabas a nadie.
-Lo siento, era pura timidez mía.
-Ahí están. Ven Consuelo vamos a bailar!.- dijo Rony sin esperar respuesta la tomó de un brazo y se la llevó del lugar dejando a Alejandro con una mirada melancólica
-Y uds que andan haciendo por acá?-Preguntó a Rosario.
-Estudiando, viajando, conociendo.
-¿Estudiando?.
-Si por?
-Es que la última vez que supe de Consuelo fue cuando me contaron que se iba a casar.
-Casar, la Consu???... jajajaja. Estás loco.
-No se ha casado?
-Noooo... Tuvo si una gran decepción amorosa y desde ahí que comenzó a viajar, a estudiar y a hacer miles de cosas que la ayudaran a olvidarle.
-Y lo logró?
-Qu cosa?
-Olvidarle
-No lo se. A veces creo que si, otras que no. Pero está aun en el proceso.

En ese instante un aristocrático galan se acercó a saludar a Alejandro.

-Cómo estás amigo?- preguntó el embajador
-Hola!!! Mike, tanto tiempo sin verte. Por favor dejame presentarte a la señorita Rosario
-Miss Rosario un placer
-Rosario él es Mike, embajador de Inglaterra en Santiago de Chile
- Santiago?, de ahi es mi amiga Consuelo. Está bailando por allá
-Mira que bien.
-Me disculpan por favor- expresó Alejandro y los dejó conversando a solas, mientras su mirada y todos sus sentidos estaban puestos en la figura de Consuelo.

Repentinamente volvía a sentir que su alma retornaba a su cuerpo después de haberla creído perdida para siempre. Ahora, la mujer que siempre había amado, estaba ahí muy cerca suyo y esta vez no la dejaría escapar sin luchar, porque él estaba seguro de que ya la merecía. Tantos años de tristeza y soledad habían valido la pena. Sentía que ya era suya como lo había soñado miles de veces, como la había sentido en su cabeza, en su piel y en todo su ser.

-Nada ni nadie me alejará de ti esta vez. Voy por ti.. Me perteneces como yo te pertenezco. Pero aun no lo sabes.- Meditaba Alejandro, mientras tomaba de un sorbo un trago de vodka y se dirigía hacia donde estaba ella bailando junto a Rony, dispuesto a arrebatársela de las manos y no dejarla escapar nunca más.

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Escrito 04/09/2010

miércoles, septiembre 25, 2013

APRENDIENDO A AMARTE. Capítulo 1


Su relación había dejado de ser lo que era. Su falta de carácter y a ratos, evidentes signos de inmadurez, fueron apagando poco a poco el gran amor que alguna vez él sintió por aquella hermosa joven.

Tres años de relación, demasiada juventud e inexperiencia llevaron a que Max decidiera darle término a lo que fue una hermosa relación.

Además estaba Ema, una chica un poco mayor que Consuelo, la que había aparecido en la vida de Max hacía ya un buen tiempo removiéndole las hormonas y hechizándolo con sus encantos.

Si bien Ema no lo entretenía con largas e interesantes conversaciones sobre la vida y sobre el amor, como lo solía hacer Consuelo, la primera lograba hacerle sentir una pasión a la cual no quería oponer resistencia.

Así llegó la tarde en que Max le dijo a Consuelo que habían terminado.

-Te sigo amando pero no puedo seguir esperando a que cambies.-dijo él.
-Yo también te sigo amando...Nunca había pensado en hacerte cambiar. Te amo así, tal cual eres.
-¡¡Es que tu carácter Consuelo!!. Todo lo tomas con demasiada liviandad. Además siempre permites que otros manipulen tus deseos. Te dejas persuadir muy fácilmente.
-¡¡Me dejo persuadir sólo por ti!!, para hacerte feliz, para estar contigo.
-Necesitamos darnos un respiro tu y yo.
-¿Porqué no me dices simplemente que conociste a otra mujer?. Te aseguro que sería mucho más fácil para mi entender esta actitud tuya.
-¡¡Es que no es eso!!- mintió él- Necesito que madurez. Que seas más mujer, más valiente.
-Nunca me imaginé que en estos tres años de relación no me hubieras conocido bien.- dijo Consuelo, intentando atrapar esas lágrimas que ya venían brotando por sus ojos y rodando por sus mejillas.
-Por favor no llores-exclamó Max- Tu sabes que no soporto verte llorar.
-Es la última vez que me observas hacerlo. Adios.- dijo ella, mirándolo con los ojos rojos hinchados de pena y dolor.

Mientras ella se alejaba, Max también lloró y un gran dolor se instaló en su pecho, pero no le hizo caso y decidió cambiar esa escena de su vida con la que le esperaba en unos minutos más en los brazos y entre las piernas de Ema.

Pasaron varios años después de aquel incidente. Max y Consuelo nunca más volvieron a verse. Aunque bien lo sabe ella que durante algún tiempo se hicieron habituales las noches en que un auto sospechoso se instalaba en las cercanías de su casa o las llamadas extrañas que recibía en su teléfono con mensajes incoherentes. Ella sabía que en todos esos casos era él pero nunca quiso encararlo. Temía que al volver a verlo pudiera caer nuevamente bajo el embrujo de su mirada y el calor de su cuerpo, volviendo a hacerla sufrir nuevamente.

Por que él nunca supo la de veces que lo vio junto a Emma, abrazados y besándose apasionadamente en los mismos lugares donde anteriormente le había jurado alguna vez amor eterno.

Ema había sido compañera de colegio de Consuelo y en una oportunidad en que se reunieron los ex-compañeros ella le presentó a Max y desde entonces Ema se obsesionó con arrebatárselo a Consuelo ya que descubrió que era heredero de una gran fortuna, la que recibiría a la muerte de uno de sus abuelos, el más querido de Max.

De esto no tenía idea Consuelo ni tampoco él. Ema lo supo por una tía que conocía a la familia de Max y que sabía de este secreto el cual confió a su sobrina para que viera qué hacía con esa información.

Consuelo tardó mucho tiempo en recuperarse de este mal amor. Pero como en casi todas las batallas bien libradas, de ésta ella logró salir airosa y fortalecida. Lista para enfrentar lo que la vida pusiera en su camino.

Mientras que Max nunca pudo olvidarla.

Ema quedó embarazada y se casaron a los pocos meses de haber comenzado su relación. Él tuvo que comenzar a buscar un trabajo estable para solventar los gastos de su esposa e hijo ya que ella decidió que se quedaría en casa y no trabajaría para así poder cuidar a su bebé. Cosa que Max elogió muchísimo en un principio pero pronto se dio cuenta que Ema lo que quería era solamente preocuparse de si misma. Todos los ingresos que recibía Max se los echaba encima en ropas costosas, salidas sospechosas y a su hijo casi no lo veía ya que obligó a Max a que contrataran una enfermera 24 horas para hacerse cargo de él.

Max comenzó a recordar el profundo dolor que sintió en su pecho al abandonar a Consuelo, dolor que nunca más logró dejar.

Consuelo entró a estudiar a la Universidad y se tituló con honores, viajó, conoció y aprendió de todo un poco. También tuvo amores pero ninguno lograba alejar de su mente a Max.

Una noche en que caminaba por las calles de Madrid recibió una llamada de su amiga Rosario.

-¿Dónde estás guapa?
-Estoy cerca. Salí a dar una vuelta por el parque.
-Es que te tienes que venir ya!!!
-Qué pasó?
-Pues nada!!!. Que nos invitaron a una fiesta super top
-Super top?, cómo es eso?
-No preguntes y ya vente luego, acá te cuento más.
-Ok, pero te digo que no tengo muchas ganas de salir hoy eh?!

Al llegar al apartamento Rosario la recibió con una sonrisa de oreja a oreja.

-Es que te tienes que apurar que ya vamos retrasadas!.
-Pero donde es, de qué se trata?
-Mientras te vas arreglando te cuento.

Las dos amigas entraron juntas a la habitación y es Rosario la que comienza a buscar la ropa que usaría Consuelo para la velada.

-Qué haces?
-Te elijo algo bonito para que te pongas.. ¡Pero mujer no tienes nada que valga la pena!
-Pero quien te ha dado permiso para que me digas que ponerme o que no. Además que ya no tengo ganas de salir.
-Disculpa amiga, disculpa. Tienes razón. Es que estoy muy emocionada.
-Ve calmándote y me cuentas de una vez de qué va todo esto.
-Que la esposa de uno de los decanos de la facultad invitó a Rony a una pequeña fiesta en su mansión en las afueras de la ciudad.
- Ya y?
- Que le dijo que si quería llevara compañía
- mmm
-Tu sabes que el muere por ti
-Si pero yo no por él.
-Eso no importa ahora. Estamos invitadas y seguro habrá mucha gente importante que conocer.
-He conocido gente muy importante en mi vida y no me vuelve loca la idea.
-Pero Consu tu sabes que mi destino es casarme con un millonario.
-¿Tu destino? jajajaja, no seas loca!!.
-Te ríes pero ya verás. Yo no nací para ser pobre. Desde pequeña supe que sería dueña de una gran mansión y de una limusina.
-Como es eso?
-No te conté. Cuando era niña una tía me preguntó que quería ser cuando grande y le respondí lo primero que se me vino a la cabeza
-¿y que fue eso?
-Me vi siendo la dueña de una casa de tres pisos que en su jardín tenía estacionada una gran limu.
-Seguro tu mamá te leía muchas historias de príncipes y princesas!!. ¿Nunca te dijo que los príncipes azules no existen?.
-No si es en serio. Ya verás cuando sea la esposa de un millonario. Te invitaré a cenar todos los días a mi mansión y a pasear por el mediterráneo y ...
-Rosario, para!!!..Si sueñas con todo eso para que estás estudiando si con tanto dinero y lujos no necesitarás trabajar!!!
-Porque no seré una millonaria tonta e inculta, obvio.
-jajajajaja. Estás muy loca. Dale, vamos, vete a cambiar, Ya veré que encuentro en mi armario para no desteñir junto a la realeza!!- exclamó Consuelo irónica.

A la medianoche ambas chicas estaban listas para el encuentro que les cambiaría la vida.

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Escrito 03/09/2010

lunes, septiembre 16, 2013

CUENTO CORTO / HISTORIA GRIS Y SIN SOMBRAS



Zapatos cómodos, jeans holgados. Nada que demuestre que aun es una mujer apetecible. Eso le podría traer problemas en casa.

Su cabello un poco alborotado; eso era algo con lo que ya no luchaba. Hiciera lo que hiciera, sus rizos jamas se quedarían quietos.

Así, distraída y con el morral descocido al hombro salió esa mañana a buscar trabajo.

Desde que él había perdido su empleo ella se había encargado de hacerle entender que era su turno de hacer algo por los dos. Pero su orgullo y los celos enfermizos que su esposa le generaban le impedían acceder a dicha locura.

Sólo la profunda depresión en la que él había caído logró hacerlo entender que no había otra solución.

Aquella mañana debía llegar con dinero a casa. La comida ya comenzaba a escasear y el casero no seguiría esperando más. Si no pagaban la renta a finales de ese mes se quedarían sin un lugar a donde ir.



Una vecina le había comentado acerca de una vacante en la empresa en la que ella trabajaba. Pero ¿qué diría si le preguntaban acerca de su última experiencia laboral?. Hacía tanto tiempo que no salía de su casa a enfrentar el mundo laboral que no pensó en ello y sólo se dejó llevar por la desesperación.


Había estudiado becada en una prestigiosa universidad pero antes de terminar su carrera se había enamorado de él y lo había abandonado todo. 

A pesar de lo que pasó luego que su familia, decepcionada, la echara de casa y le arrebatara los ahorros que había logrado reunir, aún le quedaban las buenas recomendaciones que hicieron de ella sus profesores y compañeros. Ese era su gran orgullo y el único capital que le quedaba para lograr darle un giro a su vida y a la de él.



Todos iban muy bien vestidos y calzados. Aunque no lo buscó, de alguna manera ella terminó por llamar la atención de las personas que deambulaban por aquella lujosa oficina.


Cuando al fin dijeron su nombre, caminó apresuradamente hasta donde estaban unos inmensos y confortables sillones; se sentó, abrió su morral descocido y sacó los pocos antecedentes que había podido reunir con el apuro y la ansiedad. Llena de orgullo los presentó a la persona que la miraba con cara de asco y que luego de observarlos sin darles la menor importancia, los arrumbó sobre un montón de otros que tenía sobre el escritorio.


- la llamaremos - le dijo sin mirarla y su corazón se encogió cuando presintió que su único orgullo iría a parar directo a un tacho de basura. 


Cerró los ojos y respiró profundo


-Gracias - respondió ella con una sonrisa triste.


Caminaba por el pasillo hasta el ascensor luchando con su morral para volverlo a colocar sobre su espalda cuando se sintió atraída hacia una oficina particularmente grande.


La puerta estaba entreabierta y desde su interior se lograba oír una fuerte discusión entre dos hombres. Uno de ellos permanecía sentado y callado mientras que el otro estaba de pie frente a él.


El primero no oía al que estaba de pie gritando y sólo seguía el caminar de la mujer que, sin proponérselo había fijado sus ojos en los de él.


Luego de unos segundos ella pareció despertar de un sueño y se sintió desnuda frente a la mirada inquietante de aquel hombre. Agachó la cabeza y sonrió mirando el suelo. Recordó las novelas que tanto la entretenía leer y ver en la TV durante sus largas tardes de soledad mientras lo esperaba a él que regresara de su trabajo.


-Tonta - pensó y continuó su camino hacia el ascensor.





viernes, septiembre 13, 2013

CUENTO CORTO / REENCUENTRO, MENTIRA Y DECEPCIÓN.


Era mi primer día en aquel nuevo trabajo. Estaba muy ilusionada ya que se trataba de una nueva y esperada oportunidad.

Me puse la mejor de mis ropas, para causar una buena impresión. Nada atrevido pero tampoco fome. Sabía que me tocaría trabajar junto a muchos hombres y lo que menos quería era llamar demasiado la atención.

No tenia ganas de involucrarme con nadie después de lo de Patricio.

Me llevaron a conocer a gran parte de los que serían mi nuevos comprañeritos de oficina pero faltaron dos, los que conocí a la hora de almuerzo.

Ahí estaban uno, el más guapo, Max , quien no me sacó la vista de encima en casi todo el rato que estuve ahí y el otro.... El otro resultó ser Ramiro, mi primer gran amor. Un chico al que quise mucho... a pesar de todo.

Obviamente nos sorprendimos al vernos después de tantos años. Fue como si por mi mente se pasara en cámara rápida todo lo vivido junto a él en aquellas lejanas épocas de juventud.

Recordé, por ejemplo, lo mal amante que fue!!!. Esto lo supe cuando terminamos la relación y pude conocer otros hombres.

Realmente era muy malo!!!... Jajaja. Tal vez por eso sentí que al verme nuevamente se sorprendió y se puso muy nervioso.

Max, su mejor amigo, era un tipo muy sensual. Traía a todas las chicas de la empresa medio loquitas por él. Pero a la vez me daba la sensación de ser un tipo vacio, hueco. No se. Muy mono el pero como sin alma. Al menos esa fue lo que sentí al conocerlo.

Al poco tiempo que llevaba trabajando ahi me di cuenta de que andaba con más de una a la vez. O sea era todo un conquistador y esos tipos no van conmigo aunque sea toda una tentación el verlo!!..

Ramiro seguía siendo el tipo simpático y dulce que había conocido. Me enternecía nuevamente escucharle hablar y sonreir. Su mirada me seguía cautivando. Su cuerpo estaba mejor formado de lo que recordaba y la verdad me hacía volver a sentir cosas el tenerlo cerca nuevamente. Esto, a pesar de que recordaba que no había sido la mejor de mis experiencias. Pero me comenzó a picar el bichito de la curiosidad y quise saber si él había aprendido algo en todos estos años!!!!.

Llegó el día en que me tocaba "pagar el piso". No me gusta mucho esa tradición pero me sentí un tanto comprometida con todos mis compañeros ya que se habían portado super bien conmigo los primeros meses de trabajo.

Organicé una pequeña fiestecilla en mi apartamento. Nada extraordinario ni lujoso. Música, tragos, cositas para picar y una amena conversación.

La velada estubo muy entretenida. Conversamos casi toda la noche con Ramiro recordando viejos tiempos. Si hasta bailamos!!!! y eso que por lo que recordaba no era muy buen bailarin que digamos...

Me aferró a su cuerpo para abrazarme durante la canción y no pude dejar de recordar la tibieza de su piel y lo que nos desesperabamos por sacarnos la ropa para poder sentirnos más cerca y tocarnos y besarnos y acariciarnos. Pero... hasta ahí no más recordé que llegaba la escena. Luego era todo tan "raro". No pasaba na... Y me quedaba con las ganas guardadas en algun rincón ahora olvidado, pero aferrada aun a su cuerpo imaginando que tal vez así debía ser y no había más.

Las gentes comenzaron a irse y solo quedamos Max, Ramiro y yo. Me di cuenta que a un guiño de Ramiro Max se despidió cortesmente por lo que al fin quedamos solos los dos.

No sabía lo que nos traería esa noche, no quería volverme a sentir decepcionada de él nuevamente.

Al irse Max, Ramiro es quien cierra la puerta tras de él y toma de mi mano para llevarme hasta la habitación.

La luz estaba apagada y no me permitió encenderla. Me dijo que había aprendido que asi estaría mejor.

Comenzó por besarme como hacía tiempo no lo hacían. Un beso ardiente con una pasión que desconocía en él.

Luego bajó sus manos por mi cuerpo hasta mi cintura y comenzamos a desnudarnos para poder sentir nuestra piel caliente pegada la una a la otra como hacía años atras. Mis pechos desnudos fueron deleite para su lengua y su boca que me recorrieron voraz y sin apuro.

Tomó de mis caderas y me giró para besar mi nuca y espalda. Volvió a apretar su cuerpo contra el mío y me preparaba para gozar al fin de su sexo viril desnudo dentro de mi cuerpo.... Pero algo sucedió. Fue una fracción de segundo pero sentí que algo pasó. No eran las mismas caricias, no eran las mismas manos, no era su mismo olor, pero en el momento que quise voltear a verle la cara a mi antiguo amante logré sentir una embestida mortal, que me llevó a las nubes y ántes que sintiera que volvía a tocar el suelo me llevaba de nuevo arriba.

Me tomó con fuerza entre sus brazos y me posó sobre él. Su sexo se internó dentro de mi húmedecido vientre mientras que sus fuertes brazos no me dejaban escapar a la pasión desenfrenada que en ese momento me envolvía y no me dejaba razonar.

A esas alturas ya sabía que no era él, Ramiro, si no que su amigo Max quien se había encargado de terminar lo que Ramiro había empezado.

Pude sentir un suspiro detras de la puerta y supe que era él y que había estado observando toda la escena desde el punto en el que él la había dejado.

Mi cuerpo estaba deseoso de volver a sentirlo y esta vez sentirlo de verdad dentro de mi.. Pero nuevamente no fue asi. Ramiro se había convertido en una especie de Cirano de Bergerac y Max era quien se hacía pasar por él hasta que las chicas que lograba conquistar se daban cuenta del engaño.

Era por eso que veía a Max siempre rodeado de mujeres en la empresa. Y recien ahí me di cuenta que a Ramiro nadie lo miraba siquiera.

Lo tenían todo muy bien planeado, una vez que al fin pude volver a tocar tierra y con la excusa de que iba al baño era el momento nuevamente del cambio de roles. Yo hice como que no me daba cuenta de nada mientras miraba con tristeza lo que sucedía.

Seguramente las chicas que no conocían bien a Ramiro les costaba un tiempo darse cuenta de todo esto, pero yo no. Yo ya lo conocía por eso no tardé en percatarme del engaño.

Al llegar Ramiro a la cama me abrazó muy fuerte por detrás y hundió su rostro en mis cabellos. Lo sentí suspirar nuevamente y... tal vez haya sido mi imaginación, pero puede ser que hasta haya sentido que una lágrima de él comenzara a rodar por mi espalda.


(Escrito el 10 de julio de 2009)






DIARIO DE UNA GORDA DIVORCIADA / FIN DE UN CICLO Y COMIENZO DE OTRO



No puedo evitar quitar esta sonrisa de mi cara. Mis amigas me preguntan pero de verdad estoy tan feliz que no quiero escuchar frasecitas como : "recuerda que tiene novia", "pero ¿cómo pudiste?", "te creía más inteligente"... y cosas por el estilo. Ya llegará el momento de comentarlo, cuando ya no esté en esta empresa de mierda.

El lunes me presenté ante Ricardo y le entregué mi carta de renuncia. Se quedó de una pieza.

-Adios, - le dije
-¿Qué pasó?, ¿por qué te vas?
-¡Y lo preguntas más encima! ¡Hay que ser bien descarado!
Justo en el momento que estoy dando la vuelta para irme llegó uno de los dueños de la empresa, Felipe es su nombre. Casi nunca va por allá y, cosas del destino, ese día estaba en lugar y el momento menos indicado para Ricardo.

-Hola Doris, ¿cómo te ha ido?- preguntó Felipe
-Bien Felipe, pero debo despedirme, justo en este momento estoy presentándole mi renuncia a Ricardo
-¡Pero qué ha pasado!, ¿por qué nos dejas?
-Pregúntale a él. Veamos si es tan hombrecito.

Dicho esto salí de ahí y me dirigí al despacho de Félix muy emocionada.

Al entrar, lo encontré hablando por teléfono muy serio. Cerré la puerta con llave y me acerqué a él sigilosamente. Acaricié su pecho y comencé a quitarle la corbata, luego abrí su camisa para que mis labios pudieran volver a sentir su piel.
Él seguía intentando hablar por teléfono y a ratos se reía bajito intentando quitar mis manos que descontroladas no aceptaban alejarse de su cuerpo.

Me senté en sus piernas para sentirlo cerca mientras besaba su cuello y sus orejas.

En ese momento detuvo la conversación que tenía y colgó rápidamente. Me tomó por las caderas y llevó mi cuerpo hacia él.

Me besó con deseo. Nos echamos sobre el escritorio y sin pensar en lo que podría estar pasando allá afuera le dimos rienda suelta a la pasión.

-Ahora si me voy tranquila - le dije - Esta era la fantasía más erótica que he tenido hasta ahora contigo.
-¡En serio!- me respondió él risueño
-Había días que al pasar por frente de tu oficina se me venían unos calores al cuerpo y mis pies querían volar hacia ti para sentirte así cerquita.
-A mí también me pasaba - dijo el sonrojándose un poco y dándome un beso.

-¡Nos vemos en la noche!- me despedí alegre
-¡Por supuesto!, ahí estaré. No te librarás de mi tan fácilmente - Dijo Félix agarrándome nuevamente por la cintura, besando y lamiendo mi boca y mi cuello, a la vez que volvían sus manos a apoderarse de mis pechos y mis caderas.

-Ya... vamos que ahora sí que nos descubren - dije sonriendo - Nos vemos.
-Está bien, está bien. Es que no me puedo resistir a esas curvas - dijo Félix arreglándose la ropa y los cabellos que yo me había encargado de desordenar.

No sé qué pasará más adelante. No quiero pensar en aquello, sólo quiero disfrutar este momento mágico. Cada minuto, cada segundo que esté junto a él lo pretendo vivir al límite, sin miedo.

Manuel ya no se volvió a aparecer por mi apartamento. Entendió que perdió conmigo el día que se dejó seducir por Ana. Ahora supe que están nuevamente juntos y que él es muy desdichado. No debo sentirme mal por eso. El quiso que así fuera.

Félix renunció a los pocos días que lo hice yo y tomó el puesto Bruno, lo que ha hecho que la empresa esté pasando por su peor crisis desde su fundación.

Con Félix estamos viendo cómo sacarle partido a esta situación viendo la forma de ir ganando a los clientes que se han ido marchado de allá para formar nuestra propia empresa.

Su ex volvió de uno de sus viajes a Europa y no fue necesario decirle nada, ella ya venía acompañada por otro tipo, así que nadie salió lastimado.

Dejo de escribir este diario porque dejé de ser "una gorda divorciada". Lo de gorda era porque me costaba aceptarme tal cual era. Mi separación me había dejado con algunas secuelas psicológicas difíciles de sobrellevar.

Luego de mucho trabajo me di cuenta que todo estaba en mi actitud, la que reflejaba hacia los demás; como me veía y como me sentía por dentro. Divorciada, bueno era mi estado civil en ese momento.

Hoy soy la misma mujer pero más segura y cómoda con mi nueva situación. El estado civil continuará siendo "divorciada". No se si eso cambie algún día. El temor al fracaso aún me persigue por lo que Félix y yo mantenemos nuestra independencia sin dejar de vernos todos los días.... y las noches.





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DIARIO DE UNA GORDA DIVORCIADA / CARITA FELIZ



Ahí estábamos, ella y yo dándole rienda suelta a la conversación, a la risa sonora y acariciando con mis dedos y mi boca el tercer vaso de tequila margarita que a esas alturas de la noche ya me tenía un poco más que contentilla.

La música comenzó a encender mi cuerpo y quise bailar solo para mí y mi amiga que me observaba con los ojos brillantes.

Al levantarme del asiento comencé a moverme sinuosamente y a recorrer con mis manos mis piernas, mis caderas, mi cintura hasta alzar los brazos por sobre mi cabeza. En es punto abrí los ojos y lo vi. Ahí estaba él, Félix, a pocos metros, parado en frente de mi, observándome con una mirada extraña.

En un principio, debo confesar, que me cohibí y quise volver a mi sitio calladita y casi esconderme bajo la mesa, pero el alcohol, la música y mi cuerpo loco fueron más fuertes que mi conciencia y la razón.

Mis pies me llevaron hasta donde él estaba y sin tapujos ni vergüenza comencé a dedicarle este baile a él.

De reojo pude observar como Isabel y otras personas nos miraban curiosamente y luego sonreían.

Félix no podía disimular su emoción y el, otras veces todo canchero súper macho, estaba ahí, de pie tras de mí, boquiabierto con el rostro desencajado.

Acerqué mi espalda a su cuerpo mientras subía y bajaba y al fin poder sentirlo un poquito más cerca de mí.

Parece que en algún momento debo haber resbalado con algo porque sentí que él me tomaba firmemente por la cintura antes de que mi cuerpo llegara estrepitosamente hasta el suelo.

Hasta ahí recuerdo. Luego todo es muy confuso, voces, risas, llanto, música fuerte y de repente silencio y oscuridad absoluta. Se me había "apagado el plasma". Ja!

Desperté con el sol pegando fuerte en mi cara, con una sensación horrible en mi estómago y sólo abrí los ojos con el deseo de ir corriendo al baño. Pero ¿¡Dónde estaba?!.

De inmediato pensé en que Isabel estaba ahí conmigo, hasta donde podía recordar. Entonces ella no habría dejado irme..... con..... Lo recordé todo.

Al darme vuelta ahí estaba él, Félix, recostado junto a mi ¡en la misma cama!

Casi por inercia y muerta de miedo me miré y ufff! aun llevaba puesta la ropa de la noche anterior.

¿Pero cómo había llegado hasta ahí? Eso si no lograba salir de mi disco duro. Es algo que desapareció de mi memoria, espero que no para siempre.
Me levanté despacito para no despertarlo, no sé por qué. Luego entré al baño, me observé. Al parecer todo estaba tal cual. No había rastros de que hubiese sido una "mala niña" Eso sí, me sentía morir.
Sin pensarlo dos veces me metí a la ducha y me quedé bajo el agua caliente un rato con los ojos cerrados tratando de hacer calzar las piezas del rompecabezas en que se había convertido mi noche anterior y aquella mañana.

Mientras me arreglaba sentí ruido fuera de la habitación. Asustada, asomé mi cabeza por una pequeña abertura que hice en la puerta y vi que Félix aun permanecía dormido.

Aproveché para salir de ahí, aun envuelta en la toalla e ir a buscar mis zapatos que los había dejado cerca de la cama.

Cuando logré estar cerca de él nuevamente no pude evitar quedarme un rato mirándolo. Se veía tan guapo así.

Ahí estaba yo, medio desnuda mirándolo como una idiota cuando abrió repentinamente sus ojitos y me sonrío. ¡Casi muero de la impresión!

Hice ademán de huir a refugiarme al baño pero él alcanzó a tomarme de un brazo.

-Espera no huyas - me dijo -
-Ehhh... por favor.. Déjame ir. Luego hablamos ¿si?
-¡Pero espera!
-Es que me siento un poquitin incómoda vestida así (¡desvestida así!). Me visto y vuelvo ok??- terminé diciendo muerta de vergüenza.

Logré zafarme de su mano y arranqué a esconderme de su mirada.

Me vestí rápidamente y salí. El estaba de pié junto a la cama, sin camisa, vestido sólo con unos jeans y descalzo. ¡Casi muero de un infarto preorgásmico!

Tiene un cuerpo perfecto que hace juego con esos ojitos azules y su sonrisa perfecta. Debo haberme quedado como una idiota un rato ahí mirándolo toda babosa.

-¡¿Qué tengo?!- dijo, y miró y tocó su lindo cuerpecito.
-No nada, sólo queeeee...
-Ah espera, no temas. Me saqué la camisa porque estaba muy arrugada y algo sucia y justo saliste cuando iba por otra.

Yo pensaba -¡nooooo, quédate así please, please, please!-

Mientras se volvía a vestir, me comentó algo de lo que había sucedido luego que perdí la conciencia.

Yo, muerta de vergüenza escuchaba sonrojada cómo me tuvo que sacar del bar, de que Isabel le contó que ya lo conocía porque yo le había hablado mucho de él (¡que bochorno!), y que confió en que en sus manos estaría bien.

Pensé -¡en qué manos si ni siquiera me ha tocado!

Me comencé a sentir mareada y me senté en su cama. Porque era su casa en la que estaba. El me dijo que seguro era por la resaca, que me recostara un rato.

Así lo hice. Me sentía muy desdichada. Nunca habría querido que todo eso pasara. Es decir, así de esa manera. ¡¿Qué estaría pensando de mi!?

Unas lágrimas locas se escaparon de mis ojos y él se dio cuenta. Muy tierno se recostó a mi lado y me las secó con sus dedos.

-Por favor no llores -dijo- más o menos se por lo que has pasado y no hay nada de qué avergonzarse.

No lo pude evitar, un fuerte corriente me impulsó y me empujó hasta su pecho y comencé a llorar como loca.

Él me abrazó y acarició mi cabeza intentando tranquilizarme. Tomo mi cara con sus manos y volvió a secar mis lagrimas con sus dedos.

No hubo más palabras.

Lo vi acercarse lentamente hacia mi boca y silenciosamente comencé a llenarme de su sabor, de su olor, de sus ser.

¡Había tanta pasión en aquel beso! Nunca antes había sido besada así. Era como en mis sueños.

Mi cuerpo estaba temblando y un rico calorcito comenzó a apoderarse de mí.

Me aferré a él. Me colgué de su cuerpo, de su boca, de sus labios y de su lengua.

Mi piel lo deseaba tanto y hacía tanto tiempo que no lograba controlar las ansias de acariciarlo, beber de su aroma, de sus ser.

Mi vientre ardía, mis pechos se amoldaban a sus manos, mientras su lengua  y su boca recorrían cada rincón de mi piel.

Acarició mis piernas, luego giró mi cuerpo y posó el suyo sobre mi espalda.

Sentí su sexo húmedo en mi piel. Besó mi nuca, mis cabellos. Yo cerré los ojos a esa pasión. Era exactamente lo que mi cuerpo deseaba. 
Mis caderas ardían entre sus manos. 

No hay nada más excitante, al menos para mí, que el sentirse deseada y cuando ese deseo se convirtió en el placer de tener al fin entre mis manos y mis piernas a aquel hombre, sólo resta decir que la pasión se volvió inagotable.

Y acá estoy, escribiendo estas líneas mientras él yace dormido y cansado. No nos hemos levantado desde esta tarde en que todo sucedió.

Ya quiero estar abrazadita a él nuevamente y sentir sus manos en mi cuerpo.

¡Qué locura! No quiero ni pensar en mañana. Noooooo...

Por ahora.... vuelvo a él

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