sábado, octubre 26, 2013

I ANÓNIMA VISITA A MIS SUEÑOS





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Yo solía ser una loca divertida, amiga de mis amigas, siempre alegre por la vida. Llena de esa juventud que nos hace desafiar las reglas y ser rebeldes.


Vivíamos el día a día, sin pensar en el futuro, sólo en el ahora y que había que disfrutar a concho esta vida porque luego no había otra.

Pero apareció él en mi vida y todo cambió. Me volvió loca, me cegó con su amor y su pasión. Pensé que sería para siempre, pero ya me voy dando cuenta que todo fue un espejismo y por estos días su frialdad y lejanía han ido convirtiendome sólo en un elemento de distracción y en algo asi como un trofeo para mostrar a sus amigos.

Hace ya algún tiempo llegó este correo a mi bandeja de entrada. Lo he mantenido en secreto, por pudor. Me pareció muy sensual cuando lo leí y me sentí halagada. Esta carta, hizo revivir en mi, sensaciones que creí absolutamente extinguidas y que simplemente ya no podría volver a sentir.

Hoy, 16 de marzo de 2009, me atrevo a publicarla:




"El presente está escrito y dirigido sólo a ti. No temas, que no soy un psicópata. Sólo soy un hombre que te observa desde hace tiempo y que hoy, al fin se atreve a decir lo que mi mente y mi cuerpo han mantenido secretamente guardado. 

Desde que te conocí he vivido con la angustia de no saber si alguna vez podré llegar a conocerte,  escuchar tu voz acariciando mis sentidos o siquiera poder tocarte.

Espero y te pido, por favor, leas esto hasta el final.

Te he soñado muchas veces y hasta he llegado a sentir el olor de tu piel y tus cabellos.

Cada vez que logro verte, mi mente se esfuma y mi cuerpo quiere correr hacia ti para hacer mía la suave sensación de mis dedos acariciando tu boca, el sabor de tus labios y de tu lengua. 

Parado a pocos metros de ti, logro cerrar los ojos e imagino tu fina espalda que se arquea para recibir de golpe mis besos y mis caricias, mientras mis manos abiertas quieren atrapar toda tu cintura, todo tu ser y acariciar tus caderas exquisitas.

Cuando logre llegar a tus pechos, me detendré. Abriré mi boca y saborearé lentamente esa suave piel con pasión. Deseo sentir tu respiración y tu corazón agitado, sentir como tus pezones se endurecen mientras los beso y mi mano baje rápido hasta tu sexo para deleitarse y luego saborear tu deliciosa humedad .



Imagino todo eso y más. Depende de ti si lo llegamos a concretar.

Espero que esto no te asuste, no es esa mi intención. Si te interesa mi propuesta búscame. Te juro que encontrarás mis ojos que siempre están siguiendo tus pasos, tu caminar y en mi mente sólo tú estás."


Hasta ahora no me he atrevido a buscar esa mirada. Temo caer en la tentación de querer saber si esas palabras puedan enloquecer esta piel abandonada.

Por ahora se quedan en mis sueños como un anónimo visitante que me acecha cada noche y que incluso he creído ver desde mi ventana.
Continuará...

viernes, octubre 25, 2013

PRESENCIA INVISIBLE



Es una noche triste. Algo fria, algo húmeda
Como lo eran esas noches de mar,
de arena, de fogatas y luna llena.



Sólo las luces de la calle me hacen ver
que sigo aquí,
que aun no estoy dormida.
Que los sueños aun no llegan

y que la realidad me abruma.



Si hubieras estado tu
¿me habrías llevado contigo?
...Tal vez no



Tal vez tampoco habrías notado
mi presencia y este grito eterno
que se quedó atascado
en el diminuto cuerpo de esa extraña niña
que los mira desde lejos


(Sam Mezylv Octubre 25,2013)

EL ESPACIO DEL SILENCIO


Anoche tomé tu mano,
Estaba tibia.
Dormías.

El calor de  tu respiración chocaba con la mía
Te observaba
Mi garganta contenía una lágrima
fría

Ahora mis pies te molestan
Hoy, tu calor ya no entibia este cuerpo

Tu deseo dejó de ser  mío
Mi cuerpo dejó de ser tuyo

Un silencio cruel
se coló entre nuestros espacios
y ahora no hay lugar para las palabras,
los besos, las caricias apasionadas.

Afuera, el carnaval del mundo
esbozará una mueca siniestra de alegría.
Caras extrañas acompañarán
nuestra agonía.

miércoles, octubre 23, 2013

ADIOS AL ATARDECER





La lluvia se llevará las lágrimas derramadas.
El frío invierno caminará junto a mí desde hoy

El recuerdo de la suave caricia de tus manos
Se irá tras aquel atardecer que nos mira desde el infinito y se hace testigo mudo de nuestro adiós

Cuando tu boca bese la mía por ultima vez
Y nuestros ojos se cierren a la luz de los rayos del sol, tú y yo comenzaremos a ser sólo
un par de desconocidos que alguna vez se amaron

Al abrir los ojos, tu figura habrá desaparecido en el horizonte y el sol habrá mirado hacia atrás
Recordándonos que siempre habrá un mañana
Y que éste ... no ha sido un buen día.

BAJÉ AL INFIERNO



Con los ojos rojos de llanto
Bajé al infierno

Aquí no hay calor que quema, ni brasas que abrazan

Aquí todo es frío, dolor, desesperanza.

Todo es abandono

Los habitantes del lugar tomaron de mi mano


Congelando mi corazón


La tristeza se aferró a mi mirada.


La soledad se convirtió en mi mejor amiga.


El amor propio decidió irse a dormir


(Se avergonzaba de mí)

Y a pesar del frío, del dolor y la angustia


Yo... yo aun...

Aun no te he podido olvidar.


Mi pecado fue amarte

Mi salvación será saber

o algún día entender...


Por qué me has condenado

a vivir en

este infierno



"...Es tan largo el olvido...."

VESTIDA DE ENVIDIA



Penas serán las que duelen
Dolores los que el alma siente
Más esto es simplemente
La exigua llama 
De una amistad que muere

Me marcho con la luna.
Voy desnuda de caretas.
Mi equipaje es la modestia
Mientras el tuyo el orgullo

La oscuridad se cierne
sobre esta amistad que muere.

Tu envidia la germinó
Tu envidia acabó con ella.

VERSOS PARA UN COBARDE





Es un vil deseo de venganza. 
Imparable, inaguantable, incontrolable.

Me vence a ratos y solo quiero
Volver a verte y que me veas

Que respondas por el dolor que me causaste

Acércate a mí.
Ven y ponle fin a esta historia de una vez
¡Deja de ser un cobarde!

No temas, que ya nada queda 
de aquel inmenso amor que te brindé

Sólo espero  que tu mano
  borre de una vez
esos puntos suspensivos
que  dejaste

y cierres para siempre
las duras tapas de este libro
que permanece abierto
desde que te marchaste

PASIÓN ADORMECIDA


El cuerpo está inquieto
Los pensamientos se cruzan,
chocan y se confunden.
El alma se desboca y solo quiere huir
Las pupilas se dilatan
La sangre se enfría
Todo se enfría
Ya no siente nada

Los ojos se cierran
La boca pide algo que ya no vendrá
Las manos inquietas reposan sobre un vientre cálido 
No saben qué hacer
Mientras, la angustia calla y la pasión duerme


Dedicado a todas las mujeres que estando acompañadas se sienten solas.

Sam Mezylv
09/03/2011

TE DEVUELVO



TE DEVUELVO

Vengo a devolverte
el faro de luz
que iluminaba, hasta hoy,
mi camino

Te devuelvo tu amor
para que puedas
ser feliz

Porque no hay ya nada
en esta alma
que pueda yo ofrecerte

Quisiera poder ser esa persona
que en tu mente
has imaginado

Pero debes saber que,
mis virtudes y defectos
son inseparables.

Como la fuerza y la materia,
si pretendes separarlos
simplemente,
no existo.


Sam
(25/09/2012)

domingo, octubre 20, 2013

APRENDIENDO A AMARTE -- FIN --





Rosario decidió ingresar en la organización a la que había pertenecido su amado Mike. Sentía que se lo debía. Ella continuaría con la labor de perseguir y encarcelar a los que les quitan la vida a los niños y jóvenes envolviéndolos en sus tramposas y mortales redes.

Consuelo había resuelto volver a su hogar. Estaba cansada y demasiado triste para continuar viviendo en la misma ciudad en la que estaba él y no poder acercarsele ni abrazarlo y decirle cuanto lo amaba.

Antes de marcharse cogió coraje y se plantó frente al edificio donde vivía Alejandro.

Con su corazón latiendo a mil se acercó hasta la recepción y preguntó por él

-Don Alejandro está de viaje señorita. – le contestaron y Consuelo salió del lugar abatida por el dolor.

Alejandro observaba como cada tarde, desde su balcón en el que abrazó y besó por vez primera a Consuelo, caía la noche y con ella su manto de soledad y melancolía.

Había dejado dicho que si preguntaban por él dijeran que no estaba. No quería saber de nadie. Solo deseaba estar solo con sus recuerdos y sus pensamientos.

Consuelo nunca más le habló ni lo buscó. -¿De que serviría entonces ir tras ella?- Esta vez no soportaría su rechazo.

No la vio partir mirando hacia aquella misma ventana con la tristeza pegada a su sombra y su maleta llena de recuerdos.



A la mañana siguiente el duque lo había hecho llamar con urgencia y a pesar de la pereza que le daba salir de casa fue a visitarlo a la mansión.

Una vez allá se encontró con Rosario en la entrada. Ella iba dispuesta a imponerse de las actividades de la organización.


Rosario, al entrar de nuevo en aquella lujosa residencia, se quedó admirando el paisaje: una gran mansión que ya la sentía como su casa y una estupenda limusina negra en que la habían ido a buscar para llevarla hasta ahí. Sin duda había comprendido que el sueño de su niñez ya se estaba cumpliendo. Muy contenta iba al encuentro de su nuevo destino.

-¡Alejandro! – que gusto verte – le saludó Rosario - ¿Alcanzaste a despedirte de Consuelo?

A Alejandro pareció habersele congelado el corazón

-¿Despedirme?. ¿Se fue?
-Si, esta tarde. Que extraño. Dijo que pasaría por tu apartamento

Alejandro estaba como loco. Debía salir de ahí. Debía tomar el primer vuelo a Santiago de inmediato.

-¡Alejandro! Hijo. – Lo detuvo Hernán - ¿Qué te pasa?
-Hernán, por favor dime que no es tan urgente mi presencia en esta misión. ¡Debo ir tras ella! ¡Fue por mi ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

Rosario lo miraba entretenida. Le gustaba saber que su amiga estaba equivocada. Alejandro aun la seguía amando y así sería siempre.

-¡Pero hijo! Me cansé de llamarte y ahora que decides aparecer ¿te vas nuevamente?
-Por favor, ¡déjame ir!

Hernán lo miró conmovido y le sonrió

-Ve hijo, ve. ¡Que al menos un hombre de la familia sea feliz!

Alejandro no entendió el mensaje. Estaba eufórico. Ni siquiera pasaría por casa a buscar su maleta. Llegaría directo al aeropuerto a tomar lo primero que saliera hacia Santiago de Chile.

-¡No olvides saludar a tu madre de mi parte! – Alcanzó a gritarle el duque antes que Alejandro tomara su auto y saliera en busca de su destino.

En Santiago, Consuelo aun llevaba la melancolía en el alma y sentía que haciendo recuerdos tendría algo de paz.

Decidió que al día siguiente saldría de paseo e iría a visitar a la madre de Alejandro.

Jamás había entrado en aquella humilde morada, esta sería la primera vez.

El duque le había pedido, cuando fue a despedirse de él, que pasara a verla para que le dijera que cuando ella se decidiera y estuviera lista no dudara en llamarlo porque él, en un instante, la haría al fin su mujer como toda la vida lo había soñado.

 - Es un romántico este duque – pensaba Consuelo mientras caminaba

Había salido temprano. Aun no se decidía a entrar en aquella casa. La miraba desde fuera. Se paseaba por la vereda del frente pero nada más. Se dió una par de vueltas más por el barrio hasta que al fin se decidió. Aunque al momento de cruzar la calle se quedó por unos instantes inmóvil ante la sensación de verlo a él tras de aquella puerta.

- ¡Busca a alguien! – Preguntó una hermosa mujer desde la puerta
- Ehh… si… ¿la señora Marisol? – preguntó al fin Consuelo
-Si soy yo. Díme – Respondió desde el interior de la casa.
-Es que… Vengo de parte del duq... de Hernán. Traigo un mensaje para usted

A Marisol se le puso la carne de gallina y su respiración se volvió agitada. Hacía meses que no tenía noticias de él ni de su hijo.

Se arregló sus rubios cabellos y los enganchó en una cola sobre su nuca despejando su rostro haciendo lucir sus hermosos ojos verdes – iguales a los de él – pensó Consuelo al acercarse.

- Pasa por favor, disculpa el desorden. Estaba haciendo un poco de aseo

Sin duda Marisol, a pesar de los años que se negaban a hacer mella en su cuerpo,  era una mujer muy guapa. Su tez blanca y sus dorados cabellos junto a esos hermosos ojos en los que se reflejaba su belleza del alma, con seguridad habían vuelto loco a cualquiera.

- Con razón el duque no había podido olvidarla – Pensó Consuelo

Una vez dentro de la casa la muchacha comenzó a pasear sus ojos por aquel lugar. Se notaba que no había ni nunca hubo riquezas ahí. Era una casa humilde, limpia y muy ordenada.

- Tu eres Consuelo ¿cierto? – Preguntó Marisol mirandola con ternura
- Ehhh. Si.. soy yo. ¿Me conoce?
- ¡Como no te voy a conocer si eres la mujer que me quitó el amor de mi niño! –dijo sonriendo

Consuelo se asustó y bajó la mirada

-No te asustes. – Sonrió – Estoy bromeando. Solo que…
-Señora, Alejandro...
-No tienes que decirme nada. Me lo puedo imaginar. Tu y él son muy distintos y por eso se atraen con tanta fuerza. 
-Si, él es muy extrovertido... bueno  y yo
-Si - interrumpió Marisol - tu eres todo lo contrario. Siempre me gustaste para él. 


Consuelo no supo que decir


-¿Sabes?, antes que cayera en … Bueno en eso. Siempre me hablaba de ti. “Mamita que hoy vi a la Consuelo”.. “mamita que hoy le hablé” mamita que la Consuelo aquí o que la Consuelo allá. – Marisol volvió a sonreír
-Pero tu  nunca le hablaste parece ¿cierto?

Consuelo sintió que la apuñalaba con aquella pregunta

-Marisol, solo pasaba a decirle que Hernán le manda muchos saludos y que…
-Si ya se. Eso no podrá ser nunca hija mia
-¿Por qué no?. Él está libre
-¿Libre?
-¿No lo sabía?. Se divorció hace poco y ahora solo desea que usted lo acepte

A Marisol se le llenaron los ojos de lágrimas y un nudo se le hizo en la garganta.

-¿Sería posible que al fin podría estar junto al hombre que tanto amó y ama todavía? – Pensaba nerviosa refregando sus manos una con la otra.

-¡Mira ven! – dijo nerviosa - Te llevaré a conocer la casa.

Consuelo entendió que ella no quería hablar mas del tema y la siguió

Después de mostrarle la cocina y el comedor la llevó hasta la pequeña habitación que solía ocupar Alejandro.

Era pequeña con una sola ventana que la iluminaba por completo. Consuelo no se atrevió a entrar. Sus rodillas temblaron y se quedó estática frente a aquel lugar.

-¡Mira que se ha hecho tarde niña! ¿Me acompañas a tomar un te? Ya pronto va a oscurecer.

Alejandro corría como un loco por los pasillos del aeropuerto de Santiago. Buscó un taxi y comenzó su frenética carrera hacia el encuentro con su felicidad.

-La acompaño – dijo Consuelo
-Lamentablemente en un rato más vienen por mi. Es que estoy en un grupo de oración de aca de la iglesia del barrio.  Es muy entretenido. Además tengo compañía.
-Desde que mi hijo se fue me he sentido muy sola. – Se lamentaba Marisol mientras disponía la mesa para el te.

-¿Cómo está él? ¿Lo has visto? – Preguntó repentinamente la madre de Alejandro

-Si… lo he visto… Está muy bien – dijo Consuelo con tono triste
-Me ha llamado poco ese hijo ingrato – se quejó ella, intentando por todos los medios no volver al tema de Hernan y su propuesta pero Consuelo volvió a la carga.

-¿Qué le digo al duque? – Preguntó luego de una interminable silencio incómodo
-¿Que duque?.. Ohh.. si, si perdón, Hernán quieres decir ¿cierto?
- Si, él. El padre de Alejandro

Al oir estas palabras Marisol se le desencajó el semblante y ya no sonreía. Frente a ella, en la puerta de entrada, estaba la figura de su hijo quien había escuchado todo desde ese lugar.

-¡Hijo! – exclamó Marisol nerviosa, a la vez que Consuelo daba un salto en su silla para girarse y verlo ahí, de pie frente a ella atravesandola con la mirada.

-¡Ven acá hijo! Que bueno es tenerte de vuelta…
-Madre, tenemos que hablar  - la interrumpió Alejandro sin mirarla
-Si.. si debemos hablar
-Yo me voy – Dijo Consuelo muerta de vergüenza
-¡No! – exclamó Alejandro – No, por favor, quédate. – dijo luego con tono más suave

Consuelo no sabía qué hacer. Al fin estaba frente a él y no sabía como decirle lo que tanto tiempo traía atorado en su garganta.

-Ven mamá. Creo que tu tienes que explicarme algo – Dijo, luego que Consuelo accedió con un leve movimiento de cabeza a esperarlo

Marisol y Alejandro se fueron juntos hasta la habitación de él. Consuelo se los quedó viendo mientras se perdían por aquel breve pasillo que llevaba hasta un pequeño patio de luz.

Desde la sala podía escuchar los sollozos de Marisol y las palabras que salían de su boca para explicarle a su hijo con detalles lo que había sucedido antes de que el llegara a este mundo y luego, cuando Hernán volvió a aparecer en sus vidas.
También le contó lo que Consuelo había ido a decirle esta vez.

Transcurridos algunos minutos se dejaron de sentir sollozos y lamentos. Solo luego de un breve silencio Marisol y él salieron de la habitación tomados de las manos. La había perdonado por no haberle dicho la verdad desde un principio.

-Ahora me siento libre – dijo ella, yendo por su bolso para salir hacia su cita con la iglesia y su grupo de oración.

Consuelo y él se quedaron de pie uno frente al otro sin decirse nada por unos instantes.

-Pasé a despedirme de ti, pero me dijeron que no estabas – dijo Consuelo tímidamente.
-No estaba, efectivamente. Había muerto para el mundo pero ahora, aquí frente a ti, siento que he vuelto a vivir y a nacer nuevamente.

Consuelo le sonrió radiante. Alejandro le extendió la mano y la llevó hasta su habitación.

-Ya estuve aquí – dijo ella sin querer entrar
-Si. Siempre has estado aquí  - le respondió Alejandro tomandola de la mano y llevandola hacia el interior.
-Siempre te soñé aquí, dentro de lo más profundo de mi intimidad. Muchas veces te soñé sentada junto a mi en aquella pequeña cama.

Consuelo lo llevó a que se sentaran juntos como él decía.

-¿Por qué no me llamaste? – dijo Consuelo casi sin poder resistir las ganas de besar esa boca.
-Esperaba que tu lo hicieras. Temía que no me quisieras ver – dijo Alejandro acariciando su rostro
-Era lo único que deseaba – suspiró ella entregándose a los brazos y a las caricias de él que ya comenzaban a recorrer su cuerpo.

Consuelo acarició su mejilla con suavidad mientras no dejaba de mirar a sus ojos. Luego su pulgar rosó los labios de él. Alejandro no podía creer lo que estaba sucediendo. Cerró los ojos un instante para palpar la sensación de sus manos sobre su boca y pronto sintió un suave gemido que provenía de ella lo que le hizo abrir los ojos rápidamente y lo que vio le hizo estremecerse aún más, si se podía.

Su corazón corría como loco al verla a ella con los ojos cerrados, su pecho agitado y su boca entreabierta. Aún no la tocaba pero ya sus respiraciones eran agitadas.

Cuando el deseo y la pasión finalmente lograron unir sus bocas, la habitación comenzó a temblar. Los cuadros y las fotos pegadas en las paredes caían estrepitosamente al suelo. La tierra temblaba con furia pero ellos no dejaban de entrelazar sus cuerpos. Sus bocas palpitaban por el fuego que las arreciaba al momento que sus lenguas se buscaban y se reconocían.

Sus pechos latían al son de los vaivenes que la tierra hacía bajo sus pies.

Alejandro la acomodó bajo su cuerpo sobre la cama llenándola de besos y caricias. Gozaba cada vez que Consuelo se removía bajo él cuando mordía y lamía su cuello hasta llegar a su mandíbula y luego volvía para atrapar entre sus diente el lóbulo de su oreja.

Levantó con ambas manos la blusa que protegía de su encierro a aquella piel y sedosos pechos que lo estaban volviendo loco.

Cuando sus manos recorrieron su vientre cálido, sus dedos volaron hasta abajo, hacia su íntima humedad que lo esperaba ansiosa sólo a él. Su boca quería recorrerla toda y sus manos ya no tenía control sobre las caricias que le quería prodigar.

Con cada gemido que ella dejaba escapar él se volvía aún más desesperado por hacerla suya, pero no quería dejar de disfrutar el placer de sus pequeñas manos sobre sus hombros, sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello. Su boca tomando cada gota de sudor que de su cuerpo se desprendía y aquellos arañazos que iba dejando sobre su espalda cada vez que él movía sus dedos dentro de su punto de placer. 


Consuelo se apuró en ayudarlo a deshacerse de la prisión de sus ropas acercando su desnudez a la de él aprisionandolo entre sus muslos tibios y suaves.

Abrió los ojos para verla a ella debajo de su cuerpo. La sentía gemir y el placer se apoderaba de todos sus sentidos cada vez que se internaba dentro de su estrecho vientre que lo cobijaba amorosamente para hacerlo sentir que tocaba el cielo junto a ella justo en el momento en que la tierra más fuerte se movía, cuando ya no quedaba nada en pie en aquella habitación, sus cuerpos estaban fundidos por la pasión y el amor que siempre los unió.

Alejandro respiraba agitado sobre el cuerpo de Consuelo acariciando sus cabellos y su boca. Ella mantenía sus ojos cerrados al mundo. Sólo quería que aquel momento nunca terminara.

A un breve beso de él sobre sus pechos, ella abrió los ojos y lo miró. La tierra había dejado de temblar pero sus cuerpos aun se estremecían.

Las piernas de ella se mantenían firmes alrededor de la espalda de él y sus manos acariciaban sus hombros y sus cabellos.

-Esto nunca acabará ¿cierto? – dijo Consuelo cansada
Alejandro le sonrió

-Los temblores de la tierra tal vez si pero lo que sentimos cada vez que estamos juntos, nunca – dijo, atrapando su boca con un beso, llevándola nuevamente a la  cima. Esta vez sin el temblor que lo desordenó todo.

La madre de Alejandro llegó corriendo hasta su casa

-¡Alejandro!!, Alejandro, ¿estan bien?

Pero Alejandro no contestó. No quería despegarse ni un milímetro del cuerpo de Consuelo.

-Es mejor que le respondas – dijo ella
-¡Estamos bien mamá! No pasó nada - gritó él sonriente
-Pero hijo si eso fue un terremoto. ¿Seguro está todo bien?
-Si mamá esto fue un terremoto... ¡¡Uno grado 10!!.

Consuelo le sonrió y feliz volvió a abrazarlo para volver a perderse juntos entre las sabanas.

17/11/2010

APRENDIENDO A AMARTE (Avance del capítulo final)

Rosario decidió ingresar en la organización a la que había pertenecido su amado Mike. Sentía que se lo debía. Ella continuaría con la labor de perseguir y encarcelar a los que les cagan la vida a los niños y jóvenes envolviéndolos en sus tramposas y mortales redes.

Consuelo había resuelto volver a su hogar. Estaba cansada y demasiado triste para continuar viviendo en la misma ciudad en la que estaba él y no poder acercarsele ni abrazarlo ni decirle cuanto lo amaba.

Antes de marcharse cogió coraje y se plantó frente al edificio donde vivía Alejandro.

Con su corazón latiendo a mil se acercó hasta la recepción y preguntó por él

-Don Alejandro está de viaje señorita. – le contestaron y Consuelo salió del lugar abatida por el dolor.

Alejandro observaba como cada tarde desde su balcón en el que abrazó y besó por vez primera a Consuelo, caía la noche y con ella su manto de soledad y melancolía.

Había dejado dicho que si preguntaban por él dijeran que no estaba. No quería saber de nadie. Solo deseaba estar solo con sus recuerdos y sus pensamientos.

Consuelo nunca más le habló ni lo buscó. -¿De que serviría entonces ir tras ella?- Esta vez no soportaría su rechazo.

No la vio partir mirando hacia aquella misma ventana con la tristeza pegada a su sombra y su maleta llena de recuerdos.


APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 32.



Fabrizzio continuaba sentado junto al tipo que operaba el portátil. Quería ver con sus propios ojos el momento exacto en que su cuantiosa fortuna era traspasada a la cuenta nueva y limpia de Max. Ya contaba con los papeles de identidad que le permitirían huir del país a cualquier parte del mundo que se le antojara. Solo bastaba un par de clic más y estaría hecho.

- Tu hijo está a salvo – dijo Fabrizzio. A él no le pasará nada. En cuanto a tu amiguita Consuelo… mmm , la verdad es que… si no me dices luego esos malditos números daré la orden para que la maten – Exclamó furioso, levantándose de su asiento amanzando con su arma a Max colocándola firmemente sobre su cabeza.

Aída palideció. Recordó que debía avisarle a los de afuera como y donde estaban los mafiosos. No pudo hacerlo. Luego que Max la tomara entre sus brazos olvidó todo lo que debía hacer.

- Yo… - titubeó Aída – yo se el resto de la clave – dijo al fin, logrando que Fabrizzio dejara en paz a Max y se concentrara en ella.

- ¡No podemos permitirle hacer esa maldita transferencia! – Exclamó Mike – ¡Si logra huir lo habremos perdido para siempre y no podremos estar tranquilos nunca más!
- ¡Voy a entrar! – Dijo Alejandro – Tengo mejor puntería que tu
- ¡No!, no dejaré que vayas solo – exclamó Mike – Yo soy el jefe de la operación Ok?
- ¡Vamos Mike!, no seas infantil – le reclamó Alejandro mientras Mike comenzaba a dar las ordenes a la policía para que les cubrieran las espaldas

- Ok hermano, dijo Mike – como tu bien dices, tienes mejor puntería que yo, entonces seré quien vaya primero mientras tu me cubres. Yo no conozco al tal Max, así que espero no dispararle a él una vez que esté ahí dentro… ¿O quieres que lo haga? – preguntó irónico a su amigo guiñándole un ojo.

Mike no esperó la respuesta de su amigo ya que sin previo aviso corrió rápidamente hasta la puerta de entrada echándola abajo de una sola patada.

Alejandro fue tras él siendo el segundo en entrar disparando certeramente sobre la cabeza del que estaba frente al computador, justo en el momento en que Aída le estaba entregando el último número falso de la clave que tanto ansiaba tener Fabrizzio.

Max tumbó a Aída sobre el suelo cubriéndola con su cuerpo. Fabrizzio se refugió bajo las patas de la mesa disparando para cualquier lado.

Osman y otros hombres intentaron huir por la puerta de atrás pero ahí los estaba esperando la policía, quienes de inmediato los disminuyeron aprehendiéndolos y sacándolos del lugar rápidamente.

Alejandro revisó el lugar viendo si no había más gente de Fabrizzio alrededor.

Se alegró al ver que Aída se movía bajo el pesado cuerpo de Max pero éste no lo hacía.

Cuando quiso acercarse hacia ellos una bala rozó su pierna obligándolo a refugiarse tras un sofá. Desde ahí se pudo dar cuenta que su amigo Mike yacía tirado en el suelo y no se movía.

Su intercomunicador sonaba. Alguien gritaba pidiendo instrucciones pero Mike no reaccionaba.

Alejandro horrorizado buscó desde donde salió la bala que lo había abatido. Buscó por todos lados, necesitaba estar seguro que no le volverían a disparar nuevamente para poder acercarse al cuerpo de Mike.

Desde afuera, la policía continuaba disparando pero ya no hacia dentro de la casa. Esta vez era a los mafiosos que vivían en las cercanías del lugar y que ante todo el bullicio de la balacera comenzaban a huir como ratas de alcantarilla.

De repente, Alejandro se percató que el hombre que estaba tirado bajo la mesa en frente de él se movía lentamente. Cuando se dio cuenta que era el jefe de toda la banda se alegró de haberlo abatido al fin y rápidamente, como pudo, se acercó hasta el cuerpo de su amigo.

-¡Mike! ¡Mike!, ¡por favor! Ya todo terminó ¡Estás herido!. ¡Vamos!. ¡Salgamos de aquí!
Pero Mike no respondía.


En ese instante Alejandro se dio cuenta que no llevaba su chaleco antibalas y que una de ellas le había perforado el pecho muy cerca de su corazón.

-¡Amigo! ¡no por favor!  - dijo bajito y asustado Alejandro, mientras que en el otro extremo de la casa Max comenzaba a reaccionar debido a los cuidados que le estaba proporcionando Aída en la herida que le había dejado una bala en su hombro, la que lo hizo perder el conocimiento por unos instantes.

Alejandro volteó el cuerpo de Mike percatándose que aun seguía vivo.

-Mike, por favor, ¡no me dejes ahora!! – suplicaba Alejandro
-My brother – dijo muy despacio Mike – Aquel hombre tirado allá bajo esa mesa es el causante de todas mis desdichas, amigo
-!Qué dices!
-Lo reconocí de inmediato casi en el instante en que entré a la casa
-¡Está muerto!
-No Alejandro, solo está mal herido por una bala que yo le metí. No quiero que muera, ¿me oyes?. Quiero que sufra. Que sufra toda la vida como ¡él me hizo sufrir cuando corrompió a mi amada Elizabeth
-¿El?
-Si amigo, ese maldito fue quien la llevó por el camino de las drogas y luego la violó estando ella casi inconciente. El provocó su muerte y mi desdicha. ¡Hazlo sufrir Alejandro!.

-Amigo, se fuerte. Ya pronto llega la ambulancia. No te dejes abatir
-¡Mira! ¡Ahí está ella!... ¡Mi hermosa Elizabeth!, ¡viene por mi!.  Perdóname por haber dudado de tu amor...  my girl…

-¡Mike, resiste! ¡Mike por favor!... ¡Mike!

El resto de la policía entraba en ese momento en el lugar quedando atónitos frente a la imagen de Mike muerto en los brazos de su amigo.

Aída sostenía sobre sus piernas el cuerpo de Max y le sonreía mientras que él la observaba sin decir nada.

-¡Acá encontramos a otra! – Exclamó un oficial, quien tenía tomada por un brazo a Emma
-Estaba escondida allá atrás.
-¡Llévensela!- exclamó Alejandro sin querer mirarla
-¡Este aun respira! – dijo otro, sacando el cuerpo de Fabrizzio desde debajo de la mesa
-Él es el “pez gordo” – dijo Alejandro – Ya saben que hacer con él.

La casa comenzaba a quedar vacía. Los habitantes del lugar comenzaron a salir de sus hogares y a acercarse tímidamente. Las ambulancias ya se habían llevado a Max y a Aída.

Alejandro esperaría junto al cuerpo de Mike a que fueran por ellos.


Durante el funeral, Consuelo y Alejandro se mantuvieron muy juntos uno al lado del otro. El estaba inconsolable.

Se refugió en su apartamento y  no quiso hablar con nadie. Consuelo ni siquiera intentó acercársele. Temía que él la rechazara y prefirió volver a casa junto a Rosario, quien aun no lograba creer que aquel hombre adorable que había conocido ya no estaba. Ya no volvería a sentir sus besos ni sus caricias nunca más.

A pesar del poco tiempo transcurrido desde su muerte sentía que comenzaba ya a olvidar su rostro pero no así la emoción que le causaba su compañía, sus palabras, su encanto. Sin duda aquel hombre había llegado a su vida para cambiarlo todo.

Rosario ahora sabía que los amores apasionados como el de ella y Mike podían existir. Que una gran mansión y una limusina jamás la habrían hecho tan feliz como lo había sido junto a él, abrazada a su calor y a su boca.

También comprendió que había amores más fuertes que la muerte y sintió celos de aquella Elizabeth que le arrebató al hombre que la había enseñado lo que se siente amar.

En aquel apartamento reinaba la tristeza y el silencio. Solo Kirk merodeaba aun ronroneando por los rincones levantando su cola a veces para acariciar con ella las piernas de Consuelo.

Max y Aída viajaron juntos de vuelta a Santiago. El duque le había llevado a Sara al hospital donde ella acompañó a su nuevo amigo todo el tiempo.

- ¡Mi niña, mi hermosa niña!! – dijo Aída al verla besando su frente y sus manitas pequeñas
- Hola Mamy. ¡Estás muy linda! – Dijo Sara con sus ojitos risueños

-Aída, su valiente acción no tiene precio. Hemos hablado con las personas indicadas y desde ya... sus papeles están limpios. Es usted una mujer libre – dijo el duque muy emocionado besando sus mejillas.

Max supo que había sido por ella que su adorado hijo estaba a salvo y si ya sentía algo muy fuerte por aquella exótica mujer ahora definitivamente la amaba con toda su alma y a su pequeña hija también.

Aída estaba comenzando a conocer el amor, la paz y la felicidad que tan esquiva le había sido. Max la respetaba, la acariciaba con tal delicadeza que todo su cuerpo temblaba al sentirlo cerca. Sin duda, para él, ella era la mujer fuerte y decidida que había ido a buscar… solo que con otra empaquetadura.



Fabrizzio fue acusado de tal cantidad de fechorías que con seguridad no saldría nunca más de la cárcel, mientras que Osman se enteró que el hombre por el que se había hecho delincuente lo había abandonado por una mujer.

Ambos fueron ubicados en la misma celda a petición de Alejandro. Fabrizzio le pidió protección ya que él era un hombre grande y fuerte y ahí dentro con seguridad le harían mucho daño.

Osman aceptó pero a cambio vivió para humillarlo, haciéndolo sufrir en carne propia todos los días de su vida el gran dolor que le causó a tantas personas.

Emma fue deportada y acusada de homicidio. Volvió a la misma cárcel donde estaba la Rosa. Ella se había endeudado con la mafia de Centroamérica para que Emma llevara a cabo su plan. Como no llegaron los millones que habían acordado la Rosa se encargó de hacerla pagar por el engaño convirtiéndola en su esclava dentro de la prisión.

Alejandro se había cansado de esperar a que Consuelo se decidiera a estar con él.
La esperó por semanas en su apartamento. Todo el tiempo estaba pegado a su móvil con la esperanza que ella lo llamaría, pero no fue así.

Supo que Max volvía Santiago junto a Aída y su pequeña y se ilusionó con que al fin Consuelo y él estarían juntos, pero Consuelo no lo llamó ni lo visitó después del funeral.

El no sabía que ella había caído en una profunda depresión después de todo lo vivido.

En el funeral de Mike deseó ansiosa que Alejandro tomara su mano y la llevara con él pero no sucedió y al terminar la ceremonia cada uno partió por caminos diferentes.

Consuelo no sospechaba que Alejandro ansiaba también volver a sentir sus manos y su piel pero temió que ella lo rechazara una vez más.

Así pasaron algunos meses en que ninguno de los dos se decidía a hablar debido a esos tontos temores que nos inundan a veces por aquella inseguridad que el amor nos puede llegar a provocar.


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16/11/2010

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