jueves, octubre 17, 2013

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 16.







Rosario acariciaba a Kirk sentada en el sofá mientras observaba a Consuelo mirar por la ventana.

-¿Qué le habrá pasado a Mike? - dijo Rosario con la mirada perdida
-¿Por qué lo dices? - preguntó Consuelo
-Ayer... su llamado, me pareció tan extraño

Consuelo continuaba observando hacia la calle sin decir nada.

Efectivamente Mike había llamado a Rosario con la excusa de querer hablar con Alejandro. Nunca supo si su móvil estaba apagado o no, sólo quería escuchar la voz de Rosario y cerrar los ojos mientras cruzaban esas pocas palabras. La joven de verdad lo había cautivado pero él, fiel a su costumbre y a sus temores, no dejaría que lo volvieran a lastimar, por lo que se trataría de mantener lo más alejado posible de ella. Aunque hacia de todo por intentar no pensar en querer volverla a ver.


-¿Rosario? - preguntó Mike al otro lado del teléfono
-Mike, ¿cómo estás?
-... Hi baby,.... I´m fine...  - Mike no quería dejar de escucharla 
-¿Mike?
-Sorry... Alejandro. ¿Está él ahí? - preguntó, intentando volver a concentrarse en su misión - Es que su móvil está apagado - tragó saliva esperando que asi fuera - Por eso he llamado al tuyo - dijo. Aquella chica no debía presintir que moría por escuchar su voz, por abrazarla y besarla.
-... Ehhh.. si espera, te lo paso - dijo Rosario confundida y triste.


Mike mordía sus labios y sentía como su pecho se apretaba. 


-No, no, no. Mil veces no. - Se decía a si mismo. - Termino todo esto aquí y me largo. Si la vuelvo a ver... No se...

-Dime Mike... ¿qué pasa? -

El frío del otoño ya se dejaba sentir. Consuelo solo quería pensar en Alejandro. En como pudo dejar que el tiempo pasara sin haberse dado cuenta que era a él a quien amaba, amó y amará siempre. Abrió un poco la ventana permitiendo que el frío viento se colara al interior...Su cuerpo se estremeció.

Ahora que había comprendido al fin lo que su corazón le venía diciendo a gritos desde que lo volvió a ver. Ahora que al fin había aprendido a amarle. Ahora que sabía que ese miedo que él le provocaba era solo una pasión reprimida, la que no se permitía sentir por él ni por nadie.


Pero aún había algo que la hacía mantener cierta distancia. El recuerdo de aquella noche en la disco. Sus ojos rojos inyectados de droga y alcohol, perdidos y sus manos rodeando el cuerpo de Emma. Aquella visión la hacía temblar y volver a preguntarse si no estaría equivocada con él. Además, estaba Max, quien había dejado todo por ella, por volver a buscarla y pedirle perdón.

¡Qué iba a hacer con su vida!. En unas pocas horas todo estaba patas para arriba y no sabía por donde comenzar a reorganizarse. 

-¡Consuelo!, Consuelo ¡te estoy hablando! - gritó Rosario
-Ehh, perdón, perdón. No te escuchaba
-Mmm. Si me di cuenta. ¡Eres bien injusta! Crees que el mundo gira en torno a ti. Yo siempre te escucho con atención y ahora que te necesito ni siquiera me oyes
-Rosario, por favor disculpa. Dime que te pasa
-Es que Mike, que no me ha vuelto a llamar y creo que...
-¡No me digas que te enamoraste!
-¡Ay! no se amiga... Es tan lindo conmigo. Se ríe de mis tonteras y tiene esos ojos que me matan 
-Si, y es hijo de millonarios, con un buen puesto en una embajada, tiene propiedades.. ¡¡Ahh y una limu!!
-No te burles. Si sé lo que dije y de verdad no me importaría si no tuviera nada de eso.
-Yaaaaaa
-Grrrr... Bueno si, me importa, pero me gusta igual y no solo por su posición social y su dinero.
-Pero en tan poco tiempo Rosario. ¿Estás segura?
-¡Segurisima!. Además no te imaginas como es en la cama
-¡Rosario!. ¡Que no me interesa tu vida sexual eh!
-¡Tan santurrona ella!  Dime que aun no lo haces con Alejandro. Si te he visto toda emocionada cada vez que me hablas de él ahora que lo viste.
-No. No ha pasado nada entre él y yo - suspiró Consuelo
-¡Mentira!
-Es cierto. No quise y él respetó mi decisión
-¡Hay que estar bien loca para desperdiciar ese bocado!
-¡Rosario!
-Pero si está tan bueno como mi Mike. Aunque no tiene los mismo ojos ah! -Suspiró Rosario burlona 
-Déjate de decir tonteras ya veo que estas mejor
-Si, es mejor tratar de no sentirme triste. Se que volverá a llamar. Lo se - Dijo Rosario con voz cansada.
-¿Qué te dijo Alejandro?. ¿Te ayudará con lo de Max?
-No lo se Rosario. Dijo que estaba ocupado en algo urgente. No lo se 
-Me voy a la facultad. ¿Nos vemos alla? - preguntó Consuelo
-Si yo iré un poco más tarde. 

Mientras Consuelo ordenaba sus cosas para marcharse, Rony tocó el timbre del apartamento

-¿Quien es?
-Rony
-¿Rony? ¿Qué haces aquí?
-Vine por ti. Tenemos clase juntos hoy ¿no lo recuerdas?
-Rosario, es Rony.
-Ufff. ¿Cómo te lo sacarás de encima esta vez?
-Dale Rony, ya bajo
-¿Te irás con él?
-Si. Es inofensivo. jajajaja
-¡No te creas!. Jajajaja
-Nos vemos
-Chau

Consuelo bajó corriendo las escaleras para encontrarse con Rony en la puerta.

-Vamos te llevo - le dijo él
-¿Andas en auto?
-Si. La verdad no es mio. Me lo prestaron
-Vamos entonces que estamos atrasados

Rony la mirò sonriente y le abrió la puerta amablemente para que Consuelo subiera.
Mientras daba la vuelta para subirse le hizo una señal con la cabeza a alguien que conducía una moto.

Al echar andar el auto, el extraño de la moto comenzó a seguirlos muy de cerca.

-¿Sabes que hoy me han dado una misión?.. mi primera misión importante y ando todo entusiasmado
-¡En serio! -respondió Consuelo sin mucho interés
-¿No quieres saber de qué se trata?
-Si me lo quieres decir... allá tu 
-Tu crees que soy un don nadie ¿cierto? -exclamó Rony intimidante. Consuelo se lo quedó mirando extrañada
-¿Qué te pasa. A qué se debe tal comentario?
-Si, Consuelo, no te hagas. Tu sabes que estoy loco por ti y tu no me das ni la hora.
-Rony, no es eso...
-No me salgas con lo de ser amigos y esa burrada... Yo te amo Consuelo
-Rony, por favor, mira por donde vas, ¡este no es el camino!
-Claro que no es el camino.. jajaja 
-Rony, qué te pasa
-Ya verás. 

Consuelo estaba muy asustada. No entendía nada de nada y Rony realmente estaba como loco.

-¿Ves esa moto que está tras de nosotros?
-Si que tiene - respondió Consuelo mirando por el espejuelo del auto
-En este momento, ¿te fijas?. - la moto los adelantó para ponerse frente a ellos   -Ahora nos llevará a un lugar muy secreto
-Rony dime que esto es una broma ¡por favor!
-No mi amada Consuelito. No es ninguna broma. Con esta misión me convertiré en toda una leyenda ¿sabes? y ya nadie se burlará de mi ¡cómo lo has hecho tu durante todo este tiempo!
-Rony, ¡yo nunca me he burlado de ti!
-Ya cállate. ¡Debo concentrarme en el camino!

Consuelo estaba realmente muy asustada. Comenzó a sollozar despacito intentando mantener la calma pero a ratos solo pensaba en lanzarse desde el auto en movimiento pero éste iba demasiado rápido y no se atrevió a hacerlo. Además no conocía el lugar por donde iba. Consuelo sentía que estába viviendo una pesadilla y solo quería despertar.


Unas horas antes Alejandro se había encontrado con Mike.

-¿Cómo diste con el lugar? - preguntó Alejandro a Mike mientras observaban a la distancia toda la acción.
-Mis contactos, you know
-El trato era no seguirme Mike, estos barrios son peligrosos. Si ven tu auto merodeando seguro sospechan. ¡estás loco!
-Llegaron refuerzos desde América. ¿Sabías? - preguntó Mike
-¿Qué tipo de refuerzos?
-No lo se. Creo que es algo asi como una Mata Hary
-¿Es una mujer?
-Parece. Creo que tiene contacto con el negro, el que no te deja conocer al big boss.
-Eso es cuestión de tiempo. Ya estoy cerca. ¿Sabe Hernán que estás aquí? 
-Sí, le mandé un mensaje después que te llamé
-Y qué dijo
-Que estaba loco pero que continuáramos con el plan
-¡Pero es que no sabes lo que he descubierto Mike! - dijo Alejandro ansioso  
-Si, te vi llegar como loco y no has dicho nada durante todo el camino
-Es que acabo de comprobarlo. Aquella mujer que entró a la casa...la conozco.
-¿Como que la conoces?
-Se llama Emma y ... alguna vez.. bueno.
-¡Ella es el nexo para el traslado de la mercancía! - interrumpió Mike
-¡Es que no existe tal mercancía! - Dijo Alejandro intentando no despegar la vista de aquella casa
-¿Qué dices? - dijo Mike mirándolo incrédulo
-La mercancía es Max, ¡el ex novio de Consuelo!
-¡Nos han engañado entonces! Exclamó Mike con los ojos saltones
-Tenemos un soplón entre nosotros y Hernan no debe estar al tanto aun - dijo Alejandro 
-Debemos detener todo entonces. ¡Corres peligro Alejandro!
-No. No podemos. 
-¡Pero qué dices! ¡Te pueden matar!
-Ya no importa - murmuró Alejandro, pensando en que Consuelo sólo amaba y amaría a Max, el hombre que permanecía prisionero dentro de aquella casa, cuya vida estaba, irónicamente ahora, en sus manos. 

Una vez que probó de la piel y de los besos de Consuelo ya no podría vivir sin ella. Por lo que había decidido marcharse lejos y si esta misión le significaba perder la vida, estaba dispuesto a darla a cambio de poder no pensar, olvidarla por completo y dejarla que sea feliz. Jamás la compartiría con nadie por lo que prefería morir antes de saber que otros brazos la sostenían, que otra boca bebía de su ser, que otro cuerpo la poseía. ¡Eso lo volvía loco!. La muerte era mejor que soportar aquel dolor.

-Voy. Ya deben estar preguntando por mi
-¡Alejandro por favor!, Ninguna mujer vale la pena tu vida
-Esta si my friend, esta si - dijo Alejandro con un nudo en la garganta y se marchó rápidamente para perderse tras los árboles y entre las casas que parecían estar a punto de caer.


Mike se quedó pensando unos segundos mientras Alejandro se perdía de su vista. 


-Debe estar muy loco. Ninguna vale la pena. ¡Ninguna!. Exclamó, girando el auto y saliendo del lugar rápidamente.


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(Escrito 21/10/2010)

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 15.




Aida fue la primera en bajar de aquel avión.

A la salida del aeropuerto la esperaba un joven bajito, de mirada inocente quien sostenía en sus manos un cartel con su nombre.

-Disculpe, ¿usted es la señorita Aida? - preguntó él
-Si, y usted es?..
-Mi nombre es Rony. Me han enviado a buscarla
-Ya.. si me hablaron de ti. Te imaginaba un poco más alto y de más edad - comentó Aida un tanto distraída, mientras Rony subía las maletas al auto.
-Tengo 26 y aun estoy en la universidad. Pero pretendo terminar pronto.

Aida no le estaba prestando atención. Observaba la calle, las gentes, el cielo. Ese nuevo aire que muy pronto compartiría junto a su pequeña. No sabía qué le podría estar deparando el futuro. Algo le decía que debía confiar en aquella voz en el teléfono que le decía que pronto la pesadilla acabaría.

-Tengo instrucciones precisas de dejarla en este hotel. Ya se que no se ve muy bonito por fuera pero sabemos que aquí se reúnen ellos.

Le costaba asumir la idea de volver a enfrentarse a su ex marido. El culpable de que ella estuviera presa por tanto tiempo. Quien la metió en este mundo de las drogas y el narcotráfico. Un mundo que pensó jamás podría acercarse a su vida cotidiana y tradicional en su natal pueblo al interior del África.

Acomodó sus pocas cosas y se despidió de Rony. Quería pronto estar a solas. Respirar nuevamente su libertad. En Santiago, casi no había tenido tiempo de volver a sentirse libre. Todo había sido demasiado rápido.

Cerró la puerta de la habitación con llave, preparó la bañera con agua muy caliente y comenzó a despojarse de su vestido. 

Su piel oscura, sedosa y brillante se reflejaba en los azulejos de aquel lugar. La humedad y el calor comenzaban a inundar su cuerpo y sus sentidos. El agua hervía pero Aida no lograba sentir dolor. 

Frente al gran espejo observaba las cicatrices y moretones de los golpes que había recibido desde que se casó. Primero su esposo y luego en la cárcel. Pero ya pronto todo acabaría.

Hundió su cabeza bajo el agua quedándose por un buen rato en aquella posición.


Soñaba en cómo sería el amor verdadero. Aquel que no duele. Cómo serían las caricias y los besos de un hombre de verdad.


Se sintió un poco incómoda con ella misma al ver reaccionar su cuerpo con tal ensoñación.


Hasta aquel momento nunca se había detenido a pensar en aquello. En su mente siempre estaba primero su hija y su felicidad. 

Quiso volver a sus pensamientos. Deseó por un momento el abrazo amoroso de ese hombre imaginario. Sus besos y sus caricias. De repente concluyó que de verdad ella nunca había sido amada como tampoco sabía lo que era ese sentimiento.


¿Por qué pensaba en aquello ahora?. 


Su cuerpo vacío de amor y lleno de dolor le estaba pasando la cuenta. Sentía la urgente necesidad de caricias, de ternura, de pasión.


Sus manos tímidamente se acercaron a sus pechos rodeándolos suavemente. Cerró los ojos para imaginar que eran unas manos firmes y grandes, suaves y tiernas que acariciaban sus pezones endurecidos y erguidos. Continuó bajando por su vientre y quiso conocerse. Nunca antes lo había hecho. 


Mientras estuvo presa veía muchas veces como lo hacían sus compañeras pero nunca se atrevió a hacerlo ella también. Hasta ahora.


Sus dedos comenzaron a buscar aquel lugar que la naturaleza había puesto en ella para hacerla gozar, disfrutar y estallar de emoción. Finalmente lo encontró. Comenzó a acariciarlo, su corazón bombeaba cada vez más rápido sangre por todo su cuerpo, su cabeza ya no estaba en su lugar, quería más. Pronto comenzó a jadear y a gemir. De repente se detuvo. Alguien estaba golpeando insistentemente la puerta.


Aida despertó de su sueño húmedo muy asustada. ¿Quien sería?. Secó su cuerpo y se enfundó en una bata blanca que hacía resaltar su hermosura. 


-¿Quien es? - preguntó, acercando su oído a la puerta.



A Emma nadie la esperaba en el aeropuerto pero sabía muy bien hacia donde dirigirse y con quien hablar. 

Tomó un taxi que la dejó en los suburbios de la ciudad. Al bajar del auto se acercó hasta donde estaba un hombre alimentando las palomas.

-¡Osman, dime donde lo encuentro! - Dijo Emma retadora, tragándose el miedo y apretando las manos.

El hombre levantó lentamente la cabeza para mirarla. Luego apuntó con su dedo índice hacia la calle de enfrente donde habían otros dos hombres sentados en la acera. Parecían estar jugando a los naipes.

A Emma le temblaban las piernas y un fuerte dolor de estómago comenzaba a hacerla sentir mareada. El frío de aquella mañana comenzaba a calarse por sus huesos.

Se acercó tímidamente al lugar indicado por el extraño personaje. 

Los hombres se la quedaron mirando mientras se acercaba. 

-¡Quieta ahí! - le gritó uno
-¿Quien eres? - preguntó otro
-Soy Emma, me están esperando - respondió con voz temblorosa

Con un movimiento de cabeza la hicieron acercarse al lugar. La observaron de pies a cabeza para luego golpear a la puerta tres veces seguidas y luego una más.

-Llegó la pajarita - dijo uno al que abrió la puerta
-La estábamos esperando, déjala que pase

Emma entró en aquella casa y sintió que toda su vida pasaba por delante de sus ojos. Su corazón no dejaba de latir fuertemente y un olor apestoso se apoderó de sus sentidos. 

-Emma, te esperabamos. Tenemos a tu pajarito. Vivo como lo solicitaste. El placer sera todo tuyo. - dijo Osman

Un brillo de maldad llenó la mirada de Emma. Aquellas breves palabras hicieron aquietar un poco los latidos de su corazón, mientras que el alma le volvía al cuerpo y una gran sonrisa de satisfacción la hacía sentir ya una triunfadora.

Estaba hecho.


-Pero antes, debes ver a alguien - Dijo Osman
-Si, lo se.. a tu jefe
-No Emma. Aun no soy el jefe. ¿Cómo has estado?
-¡Ale... Alejandro! 


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(Escrito 19/10/2010)

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 14.




-¡Ve por ella campeón! - le gritó Mike a Alejandro antes de subir a su auto y marcharse del lugar, pensando en que seguramente Rosario estaría junto a ella y por el momento no debía verla. Sería mejor así.

La tarde comenzaba a refrescar y las primeras gotas del otoño comenzaban humedecer los espejuelos del auto de Alejandro.

Recordó que fue esa misma brisa helada la que lo empujó a besar por primera vez a Consuelo. No puedo evitar cerrar los ojos mientras conducía para intentar volver a recordar aquella exquisita sensación. Sus bellos labios, dulces como la miel, carnosos como la fruta más fresca. El deseo incontrolable de besar, de morder de beber de ella, de fundirse en uno solo.

De repente bocinazos, chirridos de neumáticos, frenadas violentas, gritos e insultos.

-¡Que no te fijas por donde andas idiota! - Le gritó un camionero furioso 
-Perdón. Disculpa, es que llevo prisa - le respondió sonriendo. Nada podría quitar de su boca aquella sonrisa. Consuelo lo había llamado. 
-Debe ser que ya se rindió y se dió cuenta que a quien ama es a mi - se dijo y continuó recordando su tarde junto a ella, pero esta vez intentando no cerrar los ojos.

Alejandro llegó hasta el apartamento muy nervioso. Llevaba el cabello algo desordenado y se notaba que al menos no se afeitaba hacía un par de días. La humedad del ambiente y la leve llovizna que se había dejado caer hicieron que su ropa se transparentara levemente permitiendo que reluciera su bien cuidada y tonificada figura.

Consuelo, al abrir la puerta, se lo quedó mirando desconcertada. Su boca se llenó de agua y sus ojos viajaron sin vergüenza por aquel cuerpo que hacía poco tiempo atras había cobijado el suyo bajo sus manos y sus suaves caricias. 

Una extraña sensación se apoderó de ella y no pudo decir nada al verlo. Se quedaron un buen rato así, de pie uno frente al otro solo observándose sin decir nada y con el corazón en la mano.

Rosario fue la que llegó a poner orden en aquella extraña escena.

-Consuelo ¡no dejes que se salga Kirk! - gritó desde la cocina, mientras el gato huía a perderse por las escaleras.
-Pero Consuelo ¿no le dirás que pase? - preguntó Rosario cuando se acercó a la entrada y vio que Alejandro estaba ahí de pie inmóvil con la mirada perdida en los ojos de Consuelo
-... Perdón.. perdóname, pasa. Te esperaba - dijo Consuelo como saliendo de una ensoñación.

Alejandro continuaba sin poder quitar la vista de su silueta, de sus ojos y de su boca. ¡¡Cómo tuvo que luchar con su cuerpo, con sus ganas de abrazarla y besarla toda!

-Alejandro, necesito de tu ayuda - dijo al fin Consuelo cabizbaja. Sabiendo que si le decía que se trataba de Max él podría marcharse de ahí y no volverle a ver jamas. Sin embargo, pese a eso, se arriesgó.
-Por favor, lo que quieras, dime - contestó él, aun sin poder dejar de mirarla y desearla
-Ehhh... se trata...
-Vamos dime. Me está esperando Mike. Debo volver a reunirme con él 

Rosario desde la cocina escuchó el nombre de Mike y se acercó a preguntar por él

-¿Mike?. No lo he visto. Lo he llamado varias veces y no me ha respondido. Está bien él ¿cierto? - preguntó Rosario temerosa
-Si. Todo está bien. Lo que pasa es que hemos estado ocupados viendo unos temas... Pero vamos Consuelo que pasa, dime de una vez.
-Se trata de Max - dijo sin mirarlo, dándole la espalda y cerrando los ojos. Esperando oír que se marchaba, cerrando la puerta del apartamento de un buen golpe y sin decir una palabra.

Se hizo un breve silencio en el lugar. Alejandro sintió tanto ruido dentro de su cabeza que pensó que el mundo allá afuera había colapsado. -"Max"- pensó 

Era demasiado tarde para él. La había perdido para siempre.

Maldijo su debilidad, su adolescencia alocada e irresponsable, maldijo la de veces que iba dispuesto a tocar a su puerta para decirle que la amaba y los miedos y la vergüenza se lo impidieron, maldijo su insensatez al dejarse arrastrar por el vicio y las malas compañías, maldijo no haber escuchado a su madre, se maldijo a si mismo por su cobardía. Ella amaba a otro y contra eso, contra la felicidad de ella, él no podría luchar. En ese instante se rindió ante la realidad. Todo había sido un lindo sueño de niño que ya iba siendo hora de que acabara.

La rodeo para observarla. Ella continuaba con los ojos cerrados y los brazos cruzados firmemente apretados contra su cuerpo. La volvió a ver con sus ojos de niño inocente. Recordó el impacto que le produjo el verla por vez primera. La misma energía violenta e intensa que sintió cuando al fin la tuvo entre sus brazos, besó su boca y acarició su piel. Una emoción que lo llevó a sentir que volaba perdido en su cuerpo. Algo que ni la droga más fuerte, lograría jamás provocar en él, aquella mujer parada frente a él lo hacía,  desde siempre y para siempre.

-Qué le sucedió a "Max" - dijo al fin Alejandro con tono distante, sin quitarle la vista de encima, esperando ver que Consuelo abriera sus ojos.

Consuelo aun respiraba agitada. Su corazón le gritaba algo que ella no quería oír. Comenzó a abrirlos lentamente hasta que la figura de Alejandro se hizo presente ante ella. -¡Es tan bello!- susurró su inconsciente, tan bajito que apenas ella mismo se escuchó.

-Está detenido. No se donde se lo han llevado. Lo detuvieron frente a mis ojos. Dicen que es por algo con drogas, pero te juro, te juro que él no tiene nada que ver con eso. Alejandro por favor debes creerme, ¡ayúdalo! 

Consuelo hablaba fuerte y demasiado rápido. Se le veía demasiado nerviosa. Terminó por largarse a llorar y tomar a Alejandro de los brazos para rogarle que la ayude.

-¡Espera Consuelo, por favor no hagas eso! - Alejandro, la tomó de las manos intentando separarla de él. La veía tan frágil, tan desesperada... tan enamorada.

Consuelo no quería despegarse de aquel cuerpo, de aquellas manos, de aquel calor y lloraba, si lloraba por que ya no podía continuar ignorando lo que sentía por él. Todo su cuerpo, su alma, todo su ser se lo venía gritando hacía rato pero ella no quería oírle.

-Alejandro, ¡teléfono!. Es Mike
-¿Mike me llama a tu teléfono? - preguntó él extrañado, tomando suavemente a Consuelo de los brazos y apartándola de su cuerpo
-Es que el tuyo dice que está apagado
-¡Ah verdad! Disculpa - Alejandro recordó que lo había apagado al llegar al apartamento de Consuelo. No quería que nada ni nadie interrumpieran su conversación

Rosario, que había estado escuchando todo sin querer interrumpir, tomó a Consuelo de un brazo y se la llevó a la habitación para tranquilizarla.

-Dime Mike, qué pasa - preguntó Alejandro, sin apartar la vista de Consuelo que salía del lugar para perderse tras una puerta.
-Ok. We had the guy...
-To whom. What are you talking about - Alejandro había olvidado todo lo que estaba pasando fuera de aquel lugar.
-...but we lost him - Comenzó a recordar. Se tomó la cabeza con un mano mientras se paseaba por la sala.
-How do you lost him?!.. We can´t...
-Wait, wait. I think where they might be!
-Ok. Where are you now? - Alejandro tomó nota mentalmente y se despidió de Mike.

Ahora debía ir por Consuelo para despedirse. No le diría que se alejaría de ella para siempre, que no podía seguir así, sintiéndola tan cerca pero a la vez tan lejana.

Consuelo aun sollozaba en el cuarto junto a Rosario.

-Ya no puedo más Rosario. No puedo seguir escondiendo esta emoción. Es demasiado poderoso lo que siento cada vez que lo tengo cerca. No logro controlarlo.
-Siempre lo has sabido Consuelo. Él es el hombre de tu vida, debes olvidarte del otro

En ese momento Alejandro se acercó a la puerta para golpear y escuchó lo que las amigas conversaban.

- No se si sea tan así Rosario pero me siento tan bien, tan feliz ahora que lo he vuelto a ver. 

Alejandro no se atrevió a tocar. Se quedó helado escuchando del otro lado

-Cuando volví a sentir sus manos sobre mi, ¡su mirada Rosario!. Tan solo con mirarme siento que mis pies ya no tocan el suel....
-Perdón chicas debo retirarme... - Interrumpió Alejandro, destruido por dentro por lo que acababa de escuchar, pero intentando mantenerse firme ante la mirada radiante de Consuelo.
-¡Alejandro! - exclamó Consuelo sonriéndole feliz
-Consuelo, debo irme es algo urgente, por favor me disculpas.

Alejandro salió casi corriendo del lugar intentando ahogar la amargura y el dolor que estaba sintiendo y que pensaba que lo mataría.

-¡Alejandro!...¿Me ayudarás con Max? - Rogó Consuelo con la mirada. Ya no  tanto por Max, que si le importaba, pero más le interesaba volver a ver a Alejandro y decirle lo que le estaba pasando.
-No puedo ahora pequeña. - Le dijo mirándola dulcemente - pero mándame sus datos al móvil y veré que puedo hacer.
-Se llama Maximiliano Fuentes - Gritó Consuelo mientras veía como bajaba las escaleras dando grandes pasos intentando salir lo más pronto posible de ahí.

Una vez abajo volvió a resonar en sus oídos aquel nombre "Maximiliano Fu...."
-¡No puede ser! - Exclamó Alejandro y corrió a tomar su auto para dirigirse donde lo esperaba Mike.

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(Escrito 14/10/2010)

APRENDIENDO A AMARTE Capítulo 13.


-No podemos esperar más tiempo Gustavo. Debo irme de aquí cuanto antes - dijo Emma mientras clavaba sus ojos en los de su amante.
-Emma, ten un poco de calma por favor. No podemos levantar sospechas.
-¡Que no te das cuenta que debo asegurarme de que Max esté muerto! Me he metido con gente muy peligrosa ¿sabes? Y si no consigo pagarles pronto ¡estoy muerta!
-¿Qué has hecho Emma?
-¡No preguntes! Mientras menos sepas mejor - dijo ella, mirando por la ventana esperando ver que nadie la haya seguido hasta aquel lugar.
-Muy pronto me enjuiciarán por lo del viejo y no puedo estar aquí ¿entiendes? - dijo Emma, moviéndose nerviosa dentro de aquella pequeña habitación.
-Es muy arriesgado lo que piensas hacer - exclamó Gustavo, siguiendo sus pasos con la mirada.
-No puedo cambiar los planes. Debo estar en Madrid lo antes posible para terminar el trabajo. Una vez allá será mas fácil hacerme de la fortuna que me corresponde por soportar a ese imbécil por tanto tiempo y más encima dejarme embarazar por él.
-Ten, aquí están los papeles para que puedas viajar. No se en que estás metida esta vez Emma, pero en esta ocasión no cuentes conmigo. Ya he arriesgado demasiado y la verdad... no vales tanto la pena - dijo Gustavo con desdén y mirándola casi con repulsión.

Emma sintió la puñalada de sus palabras.

- Con menos gente tendré entonces que repartir el dinero - dijo ella, tomando los papeles y marchándose del lugar rápidamente.

Salió de aquel motel decidida a que nada ni nadie le quitaría la posibilidad de arrebatarle todo a Consuelo para así sentirse satisfecha y feliz finalmente.

Desde niña siempre quiso lo que ella tenía. Una familia unida, un padre y una madre que se amaban, buenas amigas. Además de lo linda que era, todos los ojos se fijaban en Consuelo antes que en ella. En cambio Emma, nunca sintió el amor y el calor de un hogar. Su madre nunca estaba en casa y su padre era un estafador y un sinvergüenza que vivió toda su vida escondiéndose de la justicia. 

Emma quería vivir la vida de Consuelo, quería ser Consuelo, por lo que se empeñó en quitarle todo lo que la hiciera feliz.

Ahora ella sería la chica afortunada a la que todos amarían y Consuelo quedaría sola, tan sola como Emma lo había estado durante toda su vida.

Una vez que Consuelo conoció a Max, se dió cuenta que él se convertiría en el medio para lograrlo.

Emma sabía el punto débil de él ya que Consuelo se lo había comentado inocentemente, como todas las buenas amigas se comentan las aventuras y desventuras con sus enamorados.

Debido a que Consuelo se había convertido en una mujer tímida e insegura, no le resultaba placentero entregarse por completo a la pasión que Max buscaba en una mujer. Emma se había encargado de provocar en su amiga aquellos temores cuando, aun siendo unas niñas, le hizo creer que Alejandro había intentado abusar de ella. Situación que la intimidó y le provocó serios traumas que la llevaron a bloquear de su memoria aquel recuerdo.

Alejandro se había convertido en el primer amor de Consuelo. Emma se mordía los labios y apretaba los dientes cada vez que observaba como ellos se miraban al cruzarse por la calle o al encontrarse en cualquier lugar.

Ella intentó entrometerse en muchas oportunidades para separarlos pero Alejandro siempre lograba reaparecer en la vida de Consuelo. Hasta el día en que él cayó seducido por las drogas y el alcohol. Esa fue la oportunidad para Emma de separarlos definitivamente.

Ahora, después de tantos años, Alejandro era parte del pasado. Emma ya no tenía porque temer por él. Max era el siguiente. 

-Una vez que él desaparezca, su gran fortuna pasará a mis manos - pensaba,  mientras ajustaba su cinturón sentada en el avión que la llevaría en algunas horas más al destino que tanto añoraba.
-¿y Consuelo ?... Ya veré que hago con ella.

En el otro extremo del avión Aida observaba el paisaje por la pequeña ventanilla.
-¡Al fin volveré a ver a mi pequeña! - pensaba, mientras recordaba la conversación que había sostenido hacía apenas unas horas atrás.

-Esta será una misión peligrosa lo sabes ¿cierto? - preguntó el abogado de la embajada.
-Si, no se preocupe. Cualquier cosa con tal de volver a ser libre.
-Aida. Por favor no te arriesgues en vano. Ya sabes donde llegar y con quien contactarte - dijo el alcaide con tono paternal
-Está bien - dijo una voz por el altavoz del teléfono - la esperamos. Contamos con todo su apoyo y discreción.
-Asi será señor. Sólo una cosa
-Diga por favor
-Mi hija, ¿cuando podré verla?
-No se preocupe por eso. Ya la hemos contactado y ella está bien. Cuando sea el momento usted sabrá donde encontrarla

La voz en el teléfono se cortó y Aida salió de aquel lugar extremadamente contenta. No pensaba en los riesgoso de su accionar, sólo en que pronto estaría junto a su niña nuevamente.


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(Escrito 14/10/2010)

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