domingo, febrero 09, 2014

SÓLO ABRÁZAME / 6.EL SECRETO (FINALMENTE)



Olivia llegó a su casa eufórica. La rabia y el odio la llevaron directo a la habitación de sus hijo, entrando en ella de golpe, azotando la puerta contra el muro.

-Mamá no tienes derecho a entrar así a mi ....
-Derechos los tengo todos, ¡imbécil! - le interrumpió
-Soy tu madre y te exijo que dejes de ver a esa mujerzuela. Ella sólo está en busca del dinero. ¡Hasta cuando tendré que recordartelo!. Tu te debes casar con Miranda. Ya está todo dispuesto. No hay vuelta atrás. No vendrás a echar a perder todos mis planes a estas alturas.

Olivia hablaba y se paseaba a tropezones por la habitación. A ratos decía cosas sin sentido y se quedaba mirando por un rato hacia ninguna parte.


-Tu no sabes nada mamá. Estás ebria para variar. Ve a dormir. Mañana hablamos.
-¡No me faltes el respeto! - gritó ella, avalanzandose amenazadora sobre Amir para golpearlo pero este la detuvo con firmeza.
-¡Tu no me vuelves a poner un dedo encima nunca más!

Los ojos de Amir eran otros. Más abiertos, con una fuerza y un brillo que Olivia jamas había visto antes. Tuvo miedo porque en ellos vio los de su padre. La misma mirada furiosa y llena de rabia que recordaba  de él desde la última vez que hablaron.


Hacía veinticinco años ya que lo esperaba, que lo soñaba. Que se dormía pensando en su venganza. En el día en que le haría pagar la vergüenza y la deshonra de haberla rechazado cruelmente y preferido a su mejor amiga. Una insignificante aspirante a actriz de segunda a la que utilizaba para sentirse superior y algo más segura de si misma.

-¿Quien es Amir Ghazi Bin Aziz?- dijo de pronto Amir, haciendo que Olivia bajara de su nube de recuerdos.

- No se de qué me hablas. Me voy a dormir
- Vi la lista de invitados y es el único personaje que no conozco

Olivia se detuvo en la puerta y dudó antes de responder


- Era el mejor amigo del padre de Miranda
- ¿Y tu, lo conoces?
- Claro que lo conozco
- Qué tienes que ver con él
- Nada. Ya me voy 
- Por qué me llamo igual que él

Olivia se sintió mal. Aun no era tiempo de que él supiera nada. De ser así todo el castillo que había armado en su cabeza se vendría abajo estrepitósamente. 


- ¡Mamá, mírame! te estoy haciendo una pregunta. Por una vez en tu vida demuestra un poco de afecto por mi. Por favor mamá.

Amir detuvo el llanto que se venía asomando por sus ojos y su garganta. Pensó en Sofia y en que de no haber sido por ella, esa conversación jamás habría existido y él continuaría bajo la poderosa influencia de su madre.

Olivia no se volvió a mirarlo. Salió finalmente y bajó las escaleras como pudo, se preparó el segundo vaso de whisky, mientras fumaba y se paseaba por el gran salón.

Amir la seguía con la mirada fija y con el corazón en la mano, esperando la respuesta a su pregunta.

-Mamá... por favor.


Olivia se recostó sobre el sofá y antes de caer dormida alcanzó a balbucear

- Ese hijo de puta es tu padre. Es igual a ti. ¿¡Por qué tenías que parecerte tanto a él?!


Amir no podía creer que su madre al fin le contara la verdad.

Se fue a su habitación aun aturdido con la confirmación de que todo lo que le había dicho Sofía era cierto.


- ¡Sofía!. Ella debe saber. Es mi padre. Tengo un padre. Está vivo

Los sentimientos y pensamientos se tropezaban en su cabeza y en su corazón. Tantos años en lo que se sentía tan solo y a merced de un destino trágico y doloroso donde no veía salida y sólo se dejaba llevar por la corriente.


Cuando era pequeño solía soñar con que estaba prisionero en un castillo de cristal custodiado por una malvada bruja y Miranda, a veces, era la princesa que debía rescatar, pero luego se convertía en otra bruja de la cual debía esconderse y huir. Pero ¿a donde? No tenía amigos ni sabía de más familiares. También había otra princesa pero no la lograba ver con claridad, sólo sabía que ella lo necesitaba, lo llamaba por su nombre pero él no estaba y pronto despertaba bañado en sudor y temblando de miedo.


Con el tiempo dejó aquel sueño infantil y sólo se concentró en estudiar, leer y luchar por sobrevivir a los golpes, al desamor y a un destino que él no había escogido.


Sofía tampoco podía conciliar el sueño. Se sentía muy agitada y conmovida. Lo sabía tan vulnerable que no estaba segura de que si la información que le entregó le haría más mal que bien.


Amir llegó hasta la puerta de la casa de ella. Estaba agitado. Sentía tantas nuevas sensaciones dentro de su cabeza, de su cuerpo y de su piel que creía que aquello era como estar ebrio. Ebrio de felicidad. Borracho de amor.


Continuará

(23/04/2010)

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