lunes, julio 14, 2014

TACONES DE OTOÑO // CAPÍTULO 6


Fabiana hundió su rostro sobre el pecho desnudo de él. Gualberto la miró y sonrió divertido. Besó su frente con ternura y la cubrió con la sábana.
 - ¿Qué pasa Cecilia? - dijo con voz profunda. Una que hacía tiempo creía no oír
- ¿Papá? - volvió a repetir la joven, aun sin poder creer lo que sus mirada intuía.
Estela había atajado a Javier en la sala. Éste alzó una ceja extrañado pero divertido a la vez. Ella sabía la tormenta que ahí dentro se había desatado y, a pesar de que adoraba a su patrón y no la quería nada a ella, no permitiría que su intimidad se viera dañada por ojos que en su vida había visto hasta esa tarde.
Cecilia debió advertirle que iría con visitas. Así, al menos ella habría estado preparada y algo se le habría ocurrido hacer para evitarle el bochorno pero no. La niñita estaba ahí, frente a la puerta de la habitación de sus padres con la boca abierta sin saber si entrar o salir huyendo.
 - Dime hija, qué pasa - volvió a decir Gualberto
- ¿No fuiste a la oficina?
- No... ehhhhhh La verdad... tu mamá.... se sentía un poco mal esta mañana. Tenía algo de fiebre y... decidí quedarme a ...
- ¿Papa?
Ella sabía que él no había pasado la noche en casa. Como otras tantas veces lo había hecho antes.
Fabiana comenzó a toser fuertemente bajo las sábanas.
- Ves. Ella no está bien. ¿Puedes salir un momento por favor hija? La voy a llevar al baño para que se refresque. Tiene un poco de fiebre aun. Le guiñó un ojo.
Cecilia sabía que ambos le mentían. No recordaba la última vez que los había visto así. ¿Divertidos?, ¿jugando?...¿e na mo ra dos?
Cerró la puerta lentamente, giró sus pasos hacia la sala. Al ver a Javier,  recordó que no andaba sola. Él continuaba ahí esperando por ella.
 - ¿Todo bien?
- ehhhh. Si... Todo bien
 Se llevó un dedo a la boca y miraba el piso aun aturdida.
 - ¿De verdad está todo bien? Si quieres me quedo otro rato contigo
- No de verdad. Gracias. Debes volver a clases. Muchas gracias nuevamente
Javier era un joven alto y bien parecido. El típico chico al que todas seguían por las redes sociales y del cual todas querían colgarse. El "farala" de la escuela y del barrio.
Cecilia no tenía vida en la red. No whatsup, no facebook, no twitter, no insta, no nada. Por eso le parecía algo extraño a él que ella no le sonriera o le coqueteara como lo hacían todas las demás. No podía creer que simplemente no lo conociera.
Si bien a ella la había visto por el colegio más de alguna vez, no había tenido la ocasión de apreciar sus ojos tan de cerca y el color de sus cabellos, y esa nariz, y...
- ¿Javier?
- ... Perdón... perdón ¿decías...?
El muchacho no podía dejar de mirar sus labios. De repente un leve calor se instaló en algunas partes de su anatomía sólo con mirarla y el único pensamiento que se cruzaba por su cabeza mientras ella le hablaba era alcanzar esa boca a como diera lugar.
Cecilia lo empujaba hasta la puerta para hacerlo salir pero él estaba como pegado al piso.
- Ok, ok, ya me voy. Pero....sólo si me das un beso con esa linda boquita que tienes.
Cecilia se lo quedó mirando sin poder creer lo que había oído. Era primera vez que lo veía en su vida y ya había hecho demasiado con haberlo dejado que la acompañara hasta su casa. Sólo se lo permitió porque la ayudó a escapar de Nadia y sus molestosas amigas. Pero ahora ¡¿que le estaba pidiendo qué!?
En sus casi 17 años de vida nunca había dado un beso y se había jurado que si eso sucedía alguna vez, definitivamente sería con alguien especial, y ese chico definitivamente no lo era. Al menos para ella.
- Cecilia ve a lavarte las manos. Vamos a almorzar
Escuchó de nuevo aquella voz potente que ella tanto amaba oír cuando era pequeña.
Javier no esperó a que ella le pidiera nuevamente que se fuera. Solito se escurrió por la puerta cerrándola suavemente tras de si.
Se volteó con las mejillas rosadas para ver a su padre que la observaba con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.
- Hola papi - le dijo sonriendo inocentemente pero de inmediato recordó que él y su madre también le debían una explicación
- y.... ¿cómo sigue mamy?
Gualberto carraspeó ligeramente
 - Ella.... ella está mejor. Comerá con nosotros. Comeremos todos juntos.. ¿De acuerdo?
Cecilia asintió con la cabeza. Estaba por creer que la noche anterior había caído en un pozo y había corrido tras el conejo de Alicia y ahora estaba en algún mundo paralelo. ¿¡Qué había pasado con esos padres que se odiaban?! ¿Qué había pasado con la capa de invisibilidad de Harry Potter que la solía proteger de las miradas de los demás?
Nada de eso podía estar sucediéndole a ella.
*****************************************
Fabiana miraba una y otra vez su reflejo en el espejo. Gualberto la había dejado ahí hacía unos minutos luego de volver a besarla una y otra vez sin querer despegarse de su cuerpo. Acarició sus cabellos y sus mejillas como queriendo sentirla real. La miraba con devoción. Respiraba sobre sus labios húmedos, sobre su cuello tibio. Mordió el lóbulo de su oreja mientras ella rasguñaba su espalda y se apegaba aún más a su pecho para sentir que se fundía con su piel.
 - Debemos regresar. Los niños - susurró en su cuello
- Lo se... pero es que no puedo separarme de ti... No quiero... Temo que esto sea un sueño y .. temo
- Shhhh -  Gualberto puso un dedo sobre sus labios
- Debemos hablar
- Lo se.. lo se... Luego... Ahora vamos a hablar con Cecilia. Ella ya no es una niña y debe estar muy confundida
- Tienes razón. Ella entenderá.
- Yo voy primero ¿De acuerdo?... porque si me quedo un segundo más aquí no vuelvo a salir...
Gualberto le sonrió y le dio un último beso antes de dejarla sola frente a su reflejo, el mismo que hasta ayer la mostraba como una mujer totalmente diferente.
Una sonrisa que ya no alcanzaba a recordar se había instalado en su rostro. ¿Qué había sucedido? Sentía como si hubiera estado durmiendo por mucho tiempo y que ahora volvía a tomar las riendas de su cuerpo y de su vida.
Estaba consciente de todo lo que había sucedido antes de aquella mañana. Como también que aquella mujer no era la que ahora veía reflejada en el espejo. Esta se parecía mucho más a la que que recordaba antes de... ¿Antes de qué?
De repente todo se oscureció. No recordaba nada. Todo se volvía tinieblas luego de aquella reunión a la que la llevó.... ¿quien?... 
Fabiana se aferró al lavabo con fuerza mirándose al espejo. 
- ¿Fabiana? - golpeó una vez Gualberto - ¿Ocurre algo?
Pero ella no respondía
Gualberto abrió rápidamente la puerta cuando a la segunda llamada ella no respondió. La encontró con la mirada perdida y llorando desconsolada.
 - No recuerdo. Dime por qué no recuerdo nada de ese día.

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