martes, abril 22, 2014

SÓLO ABRÁZAME / 11. DOLOROSO ENCUENTRO

Mientras tanto Pedro debía pasar por el gimnasio a buscar algunas de sus cosas.

Por el camino, la lluvia había comenzado a caer copiosamente. Al poco rato estaba todo mojado.

Muy cerca de donde él estaba iba Miranda conduciendo su jeep.  Cuando lo vio parado en una esquina todo empapado, no lo pensó dos veces y apretó el acelerador hasta el fondo pasando a toda velocidad por sobre una poza de agua que estaba a pocos metros de Pedro, dejándolo aun más mojado y embarrado.

Al salir huyendo, se lo quedó observando por el espejo retrovisor sonriendo satisfecha, pero pronto se sintió arrepentida. Recordó que el día anterior había sido amable con ella como nadie, hasta ese momento, lo había sido.

Pedro estaba furioso. Se dio cuenta que había sido Miranda la que lo había mojado a propósito y sintió que la odiaba.

- Chiquilla de mierda Quien me manda a ser amable con gueonas tontas

Pensó, apretando los puños con fuerza.

- Hola, sube

Dijo de pronto Miranda abriendo la puerta del jeep para que subiera Pedro.

- Estás loca. Sale de aquí. ¡Lárgate!
- Perdona, fue un impulso. Por favor perdóname ¿si? Ven sube
- ¿Impulso? ¡Mira como me has dejado!
- Uy que enojado el niño regalón de la facultad
- Sale de aquí loca de mierda

Dijo Pedro muy enojado mientras seguía su camino en dirección al gimnasio.

Continuaba lloviendo y Miranda seguía a Pedro desde su auto, conduciendo lento junto a él, hasta que de pronto se detuvo en medio de la calle y se bajó del jeep corriendo para detenerse frente a él y tomarlo por los brazos.

- Por favor Pedro, de verdad estoy arrepentida. Fui una loca como tu me dices. Hay malas costumbres que son difíciles de desarraigar de mi personalidad. Por favor entiéndeme.

Pedro sólo la miraba sin comprender porque ese cambio de actitud de parte ella tan raro.

- Te perdono pero llévame luego a algún lugar donde pueda secarme y cambiarme de ropa.
- Si claro, yo también debo cambiarme, ven sube.

Una vez dentro del auto, Miranda no puede dejar de mirarlo de reojo. Le suben los colores a la cara cuando pasea sus ojos por aquel cuerpo.

Pedro se daba cuenta de esas miradas y decidió hacer lo mismo con ella. La comenzó a observar deteniéndose largo rato en la blusa mojada que dejaba ver claramente los pechos desnudos de Miranda; firmes, blancos, suaves.

- Llegamos - dijo ella algo nerviosa
- ¿Dónde estamos?
- En mi apartamento.
- ¿Ah si? - dijo Pedro coqueto - ¿y qué pretendes hacerme hoy aquí?
- ¿No querías secarte y cambiarte de ropa?
- ¿Y tienes ropa seca que me puedas prestar?
- No, pero la puedes secar en la secadora
- ¿Y que me coloco mientras?

Pedro se acercaba peligrosamente hacia el rostro de Miranda

- ¿Quieres que esté desnudo en tu apartamento.. solos los dos?
- ¡No seas idiota!. Ahí está el dormitorio para que te cambies y debe haber alguna bata por ahí para que te cubras.

Pedro reía burlón mientras se dirigía a la habitación de ella para quitarse la ropa mojada. Mientras Miranda hacía lo mismo en una habitación contigua.

- ¿Sabías que Amir estaba en la ciudad?

Dijo Miranda desde el pasillo que los separaba haciendo que Pedro casi se cayera de la impresión

- ¿Amir en la ciudad?
- Si. Anduvo haciendo preguntas en la facultad pero nadie le quería decir nada. Ustedes no dejaron dicho donde se irían.
- ¡Claro que si!

Dijo Pedro saliendo de la habitación cubriendo su cuerpo de la cintura hacia abajo sólo con una pequeña toalla blanca

Miranda al verlo casi se desmayó. Su boca y otras partes de su cuerpo comenzaron a humedecerse súbitamente y sus ojos no querían obedecer a su cabeza que le pedía a gritos que dejara de mirarlo así.

- Dejamos nuestra dirección en la oficina principal de la facultad
- Si, lo se - balbuceó Miranda - Yo le conseguí los datos. Amir habló conmigo ayer.
- ¿Pero como fue que no supimos nada de él en todo este tiempo?
- Ufff es una historia muy larga. Él ya se las contará
- ¿Y está aquí ahora?.
- No lo creo. Estaba desesperado por saber de tu hermana

Mientras hablaban él se sentó sobre un sofá muy cerca de ella y comenzó a secarse las piernas subiendo los pies arriba de una mesita de centro. Esto hacía que los ojos de Miranda volaran hacia aquello que se escondía bajo la pequeña toalla blanca y que sintiera que si él se acercaba un poco más podría perder por completo el control.

Miranda se volteó para no continuar mirándolo. Se sintió avergonzada. En algún momento creyó que su corazón se saldría por la boca y decidió poner una distancia prudente entre los dos. A Pedro le encantaba esa mirada de ella sobre su cuerpo y se tocaba a si mismo con toda intención, sólo para provocarla.

-  ¿No me digas que estás celosa de Sofia?
- No. No es eso
- Dime la verdad. ¿Estabas enamorada de Amir?
- No. Pero lo quiero mucho.
- Uff Manerita de demostrarlo ¡Quisiste matarlo mujer!
- Yo no quería eso

Miranda comenzó a llenarse de angustia con los recuerdos que se agolpaban en su cabeza.

- Hey si no es para tanto. Ya todo pasó.

Pedro se acercó hacia ella y no pudo evitar la emoción de querer abrazarla y tal vez protegerla de algo que ni él entendía.

- Olivia me envenenó la cabeza y el corazón. Yo era una niña.
- Si, ya lo se
- ¿Tu crees que a esta hora Amir haya encontrado a Sofia? - Preguntó Miranda
- No lo se. Ojalá que si. Siempre supe que era un buen tipo. Debe haber tenido buenas razones para desaparecer así, sin dejar rastros.
- Las tuvo. De eso no hay duda.
- Sofía va a estar feliz de verlo. Me gustaría estar ahí para ver su cara

Pedro observaba el rostro frágil de Miranda. Acariciaba sus labios con los dedos sintiendo una fuerte punzada en el corazón.

**********************************************************************

Al cerrar la puerta tras de sí, Sofía no lograba despegar la mirada de los ojos de Pablo quien se abalanzó sobre ella tapándole la boca con la mano.

- Ven acá pequeña - le susurró en el oído, tirándola contra la pared, sin quitarle la mano de la boca.

Sofía se sintió asfixiada. No lograba hacer que su cuerpo reaccionara. Él siempre lograba provocarle ese temor.

- Tiempo sin vernos eh?.... Me has extrañado cierto?.... tanto como yo a ti, mi pequeña Sofía

Mientras Pablo hablaba, sus manos comenzaban a quitarle la colcha que ella llevaba encima quedando sólo con un pijama que le dejaba piernas y brazos al descubierto. La sinuosa curvatura de sus pechos subían y bajaban con rapidez. Su mente estaba en blanco. Los latidos de su corazón parecían romper sus tímpanos haciendo que dejara de escuchar lo que él decía. Su cuerpo no le obedecía. Sofía temblaba.

- ¿Por qué te fuiste así mi niña? ¿No te dije que te encontraría a tí y a tu maldito hermano? ¿Recuerdas? ¡Te dije que me las pagarías maldita perra!

Pablo la comenzó a tironear hasta llevarla al sofá que estaba cerca del hogar. Apretó sus brazos para inmovilizarla cubriéndola luego con su cuerpo.

El era un tipo grande y fuerte. Sofía aún le temía. Más de una vez, cuando fueron novios, la había dejado a punto de morir en el hospital, pero ella nunca lo había denunciado. El, constantemente la amenazaba con que si lo hacía su hermano sería quien se llevaría la peor parte.

Pero aquella última vez que la había golpeado, su hermano Pedro la había seguido desde el hospital, en donde recién le habían dado el alta. La vio entrar temerosa a aquella misma casa en donde ahora ella sentía que volvía a vivir toda su pesadilla.

Sólo ahí Pedro pudo comprobar lo que ya presentía. Llegó justo a tiempo para quitársela de las manos y denunciarlo  a la policía a pesar de la insistencia de su hermana que no lo hiciera.

- Te va a matar Pedro por favor

Le decía Sofía llorando, pero Pedro no la oía.

Y ahora, ahí estaba nuevamente pero esta vez Pedro no estaba cerca. Estaba sola. Nadie vendría en su ayuda.

Pablo levantó la camisa del pijama y comenzó a apretar, morder y acariciar los pechos de Sofía. Ella tenía fijo los ojos en el techo. Su cabeza se llenó de recuerdos que habían quedado en un pasado lejano.

- ¡Eres mía oíste! Ya ves que no puedes huir de mi. Se que ahora estás sola. Tu hermanito se fue. Después de acabar contigo voy por él. ¡No te muevas perra!

Pablo mordía fuerte sus pezones y comenzaba a desabrochar su pantalón y a rozar su pene por encima de la ropa interior de ella.

Sofía, al oír como un susurro, de repente que aquel hombre podría hacerle daño a su hermano comenzó a reaccionar. Sus oídos dejaron de retumbar y oyó a lo lejos una voz que le pareció familiar.

- Sofía. Soy yo. Abre por favor. ¡Sofía!
- Amir

Dijo bajito

- ¡Amir!

Dijo esta vez con un poco más de fuerza

- !Sofía! Abre por favor. Soy yo Amir

- ¡Amir! ¡Ayúdame!

Sofía esta vez gritó con toda su fuerza y Amir no dudó en entrar rompiendo uno de los vidrios de la ventana que dejaba ver entre las sombras del fuego lo que ahí dentro estaba sucediendo.

Sofía comenzaba a reaccionar luego de haber escuchado la voz de Amir. Pablo la dejó tirada, desnuda sobre el sofá y corrió hacia la ventana para evitar que Amir lograra entrar. Pero este fue más rápido ´por lo que, cuando lo tuvo cerca, aprovechó su semi desnudez y le acertó una fuerte patada en la entrepierna dejándolo inmediatamente sin aliento y fuera de combate.

Luego corrió a ver a Sofía quien yacía casi desmayada por los fuertes golpes y mordiscos que Pablo le había propinado.

- Sofía. Mi vida. Por favor.. Despierta. Ya estoy aquí. ¡Sofía!

Pablo lo miraba desde el suelo y sonreía burlesco

Amir, con el rostro desencajado corrió hacia donde él yacía y enceguecido de rabia comenzó a darle de golpes una y otra y otra vez, sin medir sus fuerza, ciego de ira, sin darse cuenta que el hombre estaba casi muerto a sus pies
.
Unos vecinos se acercaron a ver el escándalo y lograron quitarle de las manos al violador y llamar a la policía y a la ambulancia.

Amir, un poco más tranquilo corrió a tomar entre sus brazos a Sofia, quien aun estaba desvanecida sobre el sofá.

La cubrió con la colcha y dulcemente le acarició la cara.

-Sofia, por favor despierta soy yo.

Pero Sofía no reaccionaba.

Pronto llegaron policías y paramédicos y se los llevaron a todos. A Amir a la comisaría y a Sofía y a Pablo al hospital.


Sam Mezylv

(Continuará)

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