martes, mayo 13, 2014

SÓLO ABRÁZAME / 13. NOCHE DE TRUENOS




- Doctor que le pasa a mi hermana, no recuerda nada
-Tranquilo. Es normal, acaba de pasar por una situación tremendamente violenta. Dale un poco más de tiempo. Déjame un rato con ella a solas por favor para revisarla.
-No te preocupes Sofia. Ya estoy aquí - dijo Pedro saliendo de la habitación sin desearlo.

Sofía, trataba de entender qué había sucedido pero su cabeza daba vueltas y solo luces, gritos, y snetía un dolor horrible en todo  su cuerpo.
Su mente se negaban a traer a su memoria los momentos feroces que acababa de vivir.

Amir, por medio de Miranda, había logrado contactarse con la embajada de su país, y desde ahí se apuraron en hacer todo lo posible por liberarlo rápidamente de su encarcelamiento. Su padre de inmediato puso a su disposición los mejores abogados.

- Estaré mañana contigo. No te preocupes que yo resuelvo todo esto hijo
- No. Por favor. Déjame. Es mi problema y yo debo solucionarlo. Sofia necesita ahora de mi y siento que...
- Tienes razón hijo. Perdóname. Sólo que... tantos años... Yo sólo...
- Padre. Estaré bien. Gracias
- Lo se hijo. Lo se.

Amir llegó casi sin aliento al hospital donde se encontraba Sofía. Pedro estaba junto a ella.

- Pedro...¿Cómo está ella?
- ¡Amir!

Pedro se levantó de inmediato y corrió a abrazarlo.

- Gracias por estar ahí hermano. No sabes lo mal...
- Hey, no te pongas así - dijo Amir al ver a ese hombre grande y con apariencia fuerte, correrle unas breves lágrimas por sus mejillas,

Pedro golpeó fuerte la espalda de Amir y al levantar la mirada humedecida pudo darse cuenta que tras Amir estaba Miranda observándolo seriamente. Se apuró en secarse las lágrimas intentando disimular sin  lograrlo.

- Gracias por haber llegado a tiempo Amir. De no ser por eso... No se que le habría sucedido. Despertó hace poco y luego volvió a dormirse. No recuerda nada del incidente
-Es mejor así - dijo Amir mientras se sentaba en el borde de la cama.

Miranda se acercó tímidamente a Pedro y con un poco de temor, lentamente se dirigió a tomar su mano. Pedro la miró agradecido y le sonrió, llevándosela a la boca para besar sus dedos.

Sofía comenzaba de pronto nuevamente a recobrar la conciencia. Amir tomó su mano y luego besó su frente.
- ¿Amir? - dijo ella en un susurro al verlo.
- Shh.. No te muevas. Descansa - dijo él, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos y las máquinas a las que ella estaba conectada comenzaban a volverse locas.
- Señor, debemos pedirle que se marche por favor - dijo de pronto una enfermera
- Pero no puedo dejarla sola
- No. Amir. Por favor. No te vayas. No me dejes
- Ve que me descompone a la paciente. Retírese
- Por favor, dijo Sofía. No deje que se vaya. Prometo portarme bien. Ve? ya no suenan esas cosas. Por favor

La enfermera los miró a ambos y comprendió que no lograría separarlos. Luego de revisar las máquinas se retiró.

- Sofia. Perdóname por favor 
- ¿Estás bien?. Dime que nada malo te sucedió - dijo Sofia acariciando su mejilla
- Lo peor que me pudo haber pasado fue el haberte tenido que dejar aquí sola.
- Pero ya estas de vuelta. Lo sabía. Sabía que volverías.
- No podía vivir sin ti. Mi padre lo terminó de entender cuando casi...
- ¿Casi qué? ¿Qué sucedió?
- Estás cansada. Otro día te cuento que pasó. Ahora debes descansar. Yo estoy ahora aquí para protegerte. Duerme tranquila.

Amir se recostó junto a ella mientras la abrazaba fuertemente, le besaba la cabeza y la frente y la boca. Un beso tierno, suave pero lleno de pasión. 

- Esta noche dormirá aquí en el hospital - Dijo Pedro que había salido junto a la enfermera y a Miranda para dejarlos solos.
- Yo me quedo con ella
- No puedes Amir. Debemos irnos. Ella aún tiene algunos golpes y magulladuras que le dejó ese infeliz. Debemos dejarla descansar

Sin ganas de hacerlo Amir se despidió de Sofía mientras esta dormía y juntos salieron los tres del hospital.

Ya era de noche y hacía frio.

- Amir tu teléfono. ¿No vas a contestar?  - preguntó Miranda
- No tengo ganas.
- A ver, déjame a mi, debe ser tu padre
- ¡Miranda!  - exclamó Pedro - Deja ese teléfono. No es tuyo
- Déjala Pedro, ya no importa.
- Pero es que no debe seguir pasándote a llevar así.

Discutían mientras Miranda hablaba por teléfono.

- Amir era tu abogado. Dice que el atacante de Sofia confesó al fin y que ya no está con peligro de muerte.
- Que bueno. Aunque te juro que se me vienen esas imágenes a la mente y lo único que quiero es retorcerle el cuello a ese infeliz.
- Vas a tener que retorcerle el cuello a alguien mas - Dijo Miranda
- ¿Qué dices?! - exclamaron los dos, Pedro y Amir al unisono 
- A que no adivinan...
- Qué cosa
- El tipo fu contratado para asesinar a Sofia
- ¡Cómo!
- Y adivinen quien fue
- ¡Olivia! - nuevamente contestaron los dos a la vez
- ¿Como supieron?
- Déjate de bromas Miranda, es algo serio. ¿Como lo sabes? - Dijo Amir
- Tu abogado. Es importante contestar a veces las llamadas Amir.
- Pero como contrató a este tipo si ella está presa.
- Además el era el antiguo novio de Sofía. El estaba pre...
- Exacto. Así lo conoció. Olivia debe haberse enterado de este antiguo novio en la cárcel y lo contactó.
- Está presa pero sigue teniendo poder y contactos importantes - dijo Miranda.
- Mi hermana no estará a salvo mientras este cerca tuyo Amir.
- ¡Está loca! Mañana hablaré con el abogado para ver qué haremos con ella. Ahora estoy muy cansado.
- Me imagino que se quedaran en mi casa - dijo Pedro, mirando fijamente a Miranda a los ojos.
- Ehhhh.. no lo se .. ¿Amir?
- No Pedro, yo me voy a un hotel, no quiero molestar. Además el solo hecho de volver ahí.. Perdóname, pero no me hará bien volver a revivir todo aquello.
- Yo no sé - dijo Miranda - Sólo vine a dejarte, creo que me volveré a la ciudad, ya están todos bien.
- Pero como vas a conducir a esta hora - dijo Pedro
- Quédate conmigo en el hotel Miranda - Dijo Amir sin ganas

Pedro los quedó mirando a ambos y decidió no insistir.

- Entonces los dejo. Nos vemos mañana
- ¡Espera! ¿Me puedo quedar contigo? No quiero estar sola.
- ¿Miranda no vienes?
- No Amir, me quedaré en casa de Pedro. Gracias igual por el ofrecimiento.

A Amir le extrañó esa reciente amistad entre Miranda y Pedro, pero no quiso indagar en aquello. Estaba muy cansado y solo quería que la noche pasara luego para volver a estar junto a Sofia.

Una vez en la casa de Pedro, Miranda observaba todo con cara de asco.

- Lo siento princesa, pero esto es lo que hay. Soy un tipo pobre y esto es todo lo que le puedo ofrecer

Sin hacerle mucho caso, Miranda comenzó a ordenar un poco el desorden que había quedado luego del ataque que había sufrido Sofía.

- Deja eso. Ya mañana arreglaré un poco. Ve a dormir. Debes estar cansada.
- ¿Cómo enciendo esto? - dijo Miranda haciendo caso omiso a lo que le decía Pedro
- ¿Tienes frio?... Espera, ya lo enciendo.

Pedro se apuró en ir por unos cerillos para encender el hogar mientras Miranda no dejaba de seguirlo con la mirada.

Pronto sólo sus sombras se podían ver reflejadas en los muros y en el cielo raso. Pedro fue por unas mantas para cubrirse. Aún el viento y el frío se colaban por las rendijas de las ventanas y por las que había dejado Amir al abrir a la fuerza aquella puerta para salvar a Sofia de su atacante.

Miranda se acurrucó cerca del fuego y Pedro hizo lo mismo cubriendola con la manta.

- Gracias. Y tu?. No tienes frio
- Sólo un poco
- Ahhh

Un silencio incómodo se produjo entre los dos. el que se vió interrumpido por un leve estremecimeinto del cuerpo de Miranda y el que aprovechó Pedro para acercarse mucho a ella. Tanto que decidió levantar las mantas, abrazarla y volver a cubrirse con ellas.

- Ahora estás mejor - preguntó él
- Sí. Gracias - dijo ella, sintiendo que el corazón se le saldría por la boca y que su rostro de pronto era casi del color del fuego.

Pedro también se sentía extraño. Nunca había tenido problemas para conquistar a una chica. Siempre todo le salía bien e iba por la que le gustaba sin temor. Pero ahora no entendía por qué temía hacer lo que venía sintiendo desde hacía un buen rato.
De pronto un fuerte trueno rompió el pesado silencio que los envolvía el que hizo a Miranda emitir un pequeño grito que la hizo hundir su rostro en el pecho de Pedro.

- Hey, es sólo un trueno - le dijo sonriendo muy cerca de su boca y tomandola de la barbilla que ya comenzaba a temblar con ese simple roce.

Miranda cerró los ojos y como un acto reflejo acercó su boca a la de él. Pedro la miraba con ternura, mientras ella estiraba sus labios para recibir lo que tanto ansiaba.

Pero al ver que no llegaba ese beso abrió de pronto los ojos y lo vió sonriendo. Se sintió avergonzada y quiso huir de ahí y desaparecer sin dejar rastro.

- He sido una estúpida. Cómo iba a imaginar que él o alguien pudiera sentir algo por mi - pensaba mientras agachaba la cabeza y se apartaba del abrazo de Pedro

- ¡Bruto - Exclamó Miranda cuando Pedro la volvió a abrazar para aferrarla a él.
- Si soy un bruto que te encanta!
- No, no me gustas
- ¿Ah no?, entonces señorita, esa será su habitación por esta noche - le dijo, señalando la habitación de Sofía a la vez que otro fuerte trueno estremecía e iluminaba el cielo nocturno - Que descanses. Adiós
- ¡Pedro!
- Buenas noches princesa
- Pero.... Tengo miedo - dijo bajito volviéndose hacia el fuego con el corazón encogido.

Pedro hizo ademán de irse del lugar y dejarla sola pero en cuanto Miranda se volvió se arrojó nuevamente sobre ella, abrazándola por detrás y besando su nuca, su cuello, acariciando sus cabellos. Esta vez Miranda alzó los brazos para tratar de alcanzarlo. Pedro la arrinconó contra una muro apretando su cuerpo contra el de ella. Tomó su rostro con ambas manos mientras su boca se perdía en aquellos labios que le pedían a gritos que los besara y sus piernas se entrelazaban por debajo de la manta que aun los cubría.

Pedro la tomó en sus brazos para llevarla hasta su cama donde el frío y la lluvia no tenían cabida. Sólo el calor, los abrazos y caricias fueron testigos de su pasión. Aquella de la que Miranda sólo había oír en cuentos que para ella eran fantasía que inventaban para darle celos, porque ella jamas sentiría aquel dolor, aquel calor ni aquel amor que en ese momento estaba comenzando a conocer y a aceptar.

Los primeros rayos del día los encontró desnudos sobre la cama. Él abrazado entre las piernas de ella. Ella con los ojos cerrados y con una gran sonrisa que iluminaba su rostro.

Es Miranda la que al sentir un poco de frío se despertó viendo a sus pies a este hombre de piel morena, fuerte y musculoso, con cara de niño juguetón y aventurero. Sus dedos comenzaron a jugar con los cabellos de él lo que hizo que Pedro se despertara lentamente y se diera cuenta de la situación en la que estaban.

La abrazó fuertemente, besó delicadamente sus ojos, sus mejillas, su boca. Y, ahí se quedó, besando, lamiendo, comiendo de esa dulce miel que resultaba ser para Pedro los labios y la piel de Miranda.

(Escrito 13/05/2010)

Continuará

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